Nochebosque

Narrativa. Un sueño erótico en el que la misma soñadora es comida por su novio convertido en una insólita fuerza destructiva. Así empieza la tensa narración que ha escrito José Carlos Chirinos (Valera, Venezuela, 1967) y esa escena es la clave de sol para acceder a la perturbadora historia que vamos a leer o quizás a tragar como lo hacen, ávidos y atrabiliarios, los "carnívoros" personajes de "dientes pequeños y afilados" que "devoran" los suculentos platos que, se dice, son como obras de Leonardo. En este libro, nuestro mundo está alterado, siempre a punto de caer en el otro lado, innombrable y maldito. Paula, una estudiante de hostelería que aspira a convertirse en "chef internacional", es nuestro guía en ese viaje hacia el lado salvaje e incontrolable de la vida. Ella se encuentra sola frente a las alteraciones del entorno: el niño, inquietante, sabio y malicioso; el bosque milenario, oscuro e impenetrable y la señora que la ve desnuda con su mirada de águila y expresa sus órdenes en condicional y que quizás sea un hada, pero a lo peor es una bruja (o quizás una simple madrastra). El escenario está preparado para reproducir la historia de Caperucita Roja obligada a cruzar el bosque donde el lobo está al acecho. Hay tiempo para conocer también la casita que visitaron Hansel y Gretel y relacionarnos con el "señor Fenris" que es un enorme oso de peluche, valiente y sereno. Finalmente, untaremos nuestros párpados con el "ungüento de hada" que permite ver la realidad de una manera mejor, aunque ello no nos asegura que sea más benévola. Chirinos cuenta con gran destreza y las cantidades adecuadas de ambigüedad y fantasía esta feliz rememoración de los cuentos infantiles para recordarnos a nosotros lectores adultos que de allí venimos y hacernos ver que ahora todavía se nos puede erizar el pelo de espanto y merecer alguna saludable enseñanza.