Un loco muy cuerdo
El acusado de matar a una mujer el año pasado durante una discusión de tráfico sabía perfectamente lo que hacía, según la psiquiatra forense, que le considera frío y distanciado de las demás personas
Ajeno a lo que estaba ocurriendo. Mirando al suelo y muchas veces con aspecto de abstraído. Así se mantuvo gran parte de la mañana del pasado martes Ángel Ortega Somolinos, de 76 años, en el juicio que se sigue contra él en la Audiencia Provincial por matar presuntamente a María Luisa Santana la tarde del 20 de agosto de 2010, en la calle de Francisco Villaespesa, durante una discusión de tráfico. El supuesto autor de los disparos que acabaron con la vida de Santana aseguró que quizá se había vuelto loco en esa riña, pero la psiquiatra forense que lo ha evaluado rechaza este extremo. "Ortega está lúcido, presta buena atención, se encuentra bien orientado y no sufre ideas alucinógenas", resumió la perito. El acusado solo respondió a las preguntas de su abogado, que intenta demostrar que no disparó contra otras cuatro personas tras pegar un tiro a Santana.
"Se encuentra bien orientado y no sufre ideas alucinógenas" "
Me volví loco, supongo", apostilló en su defensa el acusado
La tarde del día de autos, Ortega circulaba en su Ford Focus por la calle de Arriaga, en el distrito de Ciudad Lineal. Al llegar al cruce con la calle de Francisco Villaespesa se detuvo. El conductor del vehículo que le seguía, Abdou Laib, esposo de Santana, que le acompañaba en el coche, le tocó el claxon varias veces y se inició una discusión entre ambos. Laib y Santana se bajaron del coche e intercambiaron insultos con Ortega. A un cierto punto, este sacó una pistola y disparó sobre la mujer.
Durante la sesión del pasado martes, el acusado se giró en tres ocasiones hacia los asientos del público y sonrió a una mujer de unos 30 años que no le quitaba ojo. "Ellos buscaban algo para sacarme algo. No paraban de insultarme, después de cerrarme el coche como una flecha", reiteró en su escueta declaración. "Me volví loco, supongo", apostilló en su defensa. Los testigos desdijeron una a una todas las afirmaciones de Ortega y coincidieron en la sangre fría del acusado al descerrajar un tiro a la mujer a quemarropa. Los especialistas de la Policía Científica y los forenses han determinado que había medio metro escaso entre el pistolero y su víctima. El testimonio de Abdou Laib fue, por el contrario, más convincente. "Cuando bajó la pipa para desencasquillarla, me metí entre los arbustos en zigzag y crucé la calle. Me había disparado dos veces y yo ni me había dado cuenta", explicó. Ortega, según los diversos relatos, remató a la mujer cuando ya estaba en el suelo. Le pegó un tiro en el cuello que le atravesó el cerebro. "Ahí es cuando ha palmado, pensé en ese momento. Cuando me acerqué a ella y le metí los dedos en pecho, entendí realmente la situación", concluyó.
Tampoco dejó lugar dudas la forense Carmen Baladía, que explicó que ambos disparos eran mortales de necesidad. Por videoconferencia, la psiquiatra forense explicó que Ortega es "una persona normal" que no sufre ningún trastorno psiquiátrico que afecte a su conocimiento o voluntad. "Presenta rasgos esquizoides, pero eso es solo una forma de ser. Es decir, tiene un distanciamiento por el que no necesita a los demás. Es una persona muy fría con escasa repercusión emocional incluso para aquello que podría acarrearle este proceso judicial
", destacó. "Otro rasgo que le caracteriza es que, ante cualquier contrariedad, su reacción puede no ser la más adecuada", añadió.
El juicio debería haber terminado el martes, pero la ausencia de un testigo sobre el que presuntamente disparó Ortega retrasó el final hasta el próximo viernes. Será a partir de entonces cuando las tres magistradas de la Sección 15ª de la Audiencia Provincial decidirán si Ortega es culpable de la muerte de Santana y la tentativa de homicidio sobre otras cuatro personas. Es decir, si está loco o no.
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