Pony Bravo y su psicodelia andaluza llena en Santiago
En el único tema nuevo que los sevillanos Pony Bravo atacaron el jueves en la Sala Moon de Santiago, Mi DNI, hablan de sí mismos. "Me recordáis a Triana y a los Doors", dicen que les dice un fan interesado tras un concierto. Y es que la banda que en 2008 debutó con Si bajo de espaldas no me da miedo y el año pasado entregó un inspirado tratado de kraut andalusí y psicodelia con orgullo de nación en Un gramo de fe nada entre dos aguas: los nombres de Manolo Caracol y Captain Beefheart, por caso, se escucharon en un concierto abarrotado.
De metronímica rígida y con aromas, a un tiempo, germánicos y jamaicanos, Pony Bravo parecen encontrarse en el estadio de audiencia anterior al de unos Planetas. Su lírica escueta e imaginista -"arden naranjos / en los ojos del borracho"- se cruza con cierta agudeza para captar el espíritu de los tiempos. En eso, y al igual que Veneno o Silvio, también se apartan del grueso del rock español. Por lo menos, del anterior a 2008. Super broker la dedicaron a Teddy Bautista; con China da miedo, aunque sea por omisión, recuerdan que en gran parte del planeta la gente intenta vivir mejor de lo que vive y auí son los financieros los que amenazan a las personas.
El directo de Pony Bravo, ampliamente celebrado por el público compostelano, no tiende, contra todo pronóstico, a la jam ni al trance. Y pese a que sus canciones no se desarrollan conforme al estrofa, estribillo, estrofa, tampoco se concretan más allá de los cuatro minutos. Eso y los parones para cambiar de instrumentos entre los cuatro músicos restaron prestancia a un repertorio intenso, con aura y densidad.
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