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Reportaje:El 'caso Palma Arena'

El próspero yerno del Rey

Iñaki Urdangarin se marchó a vivir a Washington cuando afloraron los negocios que hacía en España

Mábel Galaz

En el verano de 2009, los duques de Palma de Mallorca se trasladaron a Washington. El cambio de domicilio de la hija menor de los Reyes se dijo entonces que obedecía a nuevos compromisos profesionales de Iñaki Urdangarin (Zumárraga, 1968). Graduado en administración y dirección de empresas por ESADE, en junio de 2006 entró a trabajar como consejero de Telefónica Internacional en Barcelona y fue nombrado presidente de honor del Foro Generaciones Interactivas —organismo integrado por Telefónica, la Universidad de Navarra y la Organización Universitaria Interamericana—.

Pero fue ese verano de 2009 cuando la compañía le ascendió a consejero y presidente de la Comisión de Asuntos Públicos de Telefónica Latinoamérica y EE UU. Un nombramiento que, según algunas fuentes consultadas, obedecía más al interés de los duques de instalarse en Washington que a necesidades laborales. Por aquellas fechas ya comenzó a extenderse en algunos círculos próximos a la familia real que el nuevo destino de Urdangarin tenía que ver con la dimensión que estaban alcanzando sus negocios.

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Hay una máxima no escrita dictada por la Casa del Rey por la cual ninguno de sus miembros debe de emprender ese tipo de actividades. Sí pueden y deben trabajar, pero otra cosa es hacer negocios. Doña Elena lo sabe bien. Poco después de su separación de Jaime de Marichalar, la Infanta constituyó una pequeña sociedad de asesoramiento pero nunca llegó a tener actividad, ya que horas después de que se conociera su existencia el Rey dio orden de que se disolviera.

La infanta Cristina e Iñaki Urdangarin se conocieron en los Juegos Olímpicos de Atlanta. La selección de balonmano, en la que jugaba Urdangarin, se acababa de alzar con la medalla de bronce y la hija de los Reyes acudió a la celebración. Testigos de aquella noche recuerdan que fue ella quien se fijó en el apuesto y triunfador deportista.

Por entonces Urdangarin vivía de su sueldo como jugador de balonmano de la plantilla del Barcelona y de las primas que recibía cada vez que iba seleccionado con el equipo nacional. Pero en ese tiempo ya demostraba su interés por los negocios, heredado de su padre, Juan Urdangarin. Y así a los ingresos como deportista añadió un negocio de hostelería con un par de amigos.

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Después de casarse con la infanta Cristina, el 4 de octubre de 1997, Urdangarin todavía se mantuvo en activo como jugador de balonmano, pero cuando por fin tuvo que colgar las botas, ya que sus compromisos con la familia real le requerían y los problemas de seguridad en los encuentros crecían, comenzó verdaderamente su carrera laboral. La Casa del Rey vio con buenos ojos que el duque de Palma se siguiera dedicando al mundo del deporte a través del Comité Olímpico Español, pero la jugada finalmente no cristalizó. Así que concluido un máster en ESADE, Urdangarin se lanzó al mundo de los consejos y las asesorías.

La compra de una casa palacete realizada por los duques de Palma de Mallorca en la lujosa y exclusiva zona de Pedralbes de Barcelona disparó las primeras alarmas de que los negocios de Iñaki Urdangarin iban a toda vela. La Infanta por entonces, como ahora, trabajaba en la Fundación La Caixa. La pareja, además, dispone de una asignación que les entrega don Juan Carlos del dinero que recibe la Casa del Rey.

La manera en que se reparte esta cantidad nunca se ha conocido ya que no se desglosa, solo se justifican en su totalidad los gastos. Por eso, el que los duques de Palma se gastaran seis millones de euros en un palacete construido en 1952 por el arquitecto Villalonga de 1.200 metros cuadrados, compuesto por dos casas pareadas y con cerca de 1.300 metros cuadrados de jardín, sorprendió por el elevado poder adquisitivo que había alcanzado la pareja siete años después de su boda. Esa casa se cerró en el verano de 2009, pero no la alquilaron hasta principios de 2011. Parecía que los duques se resistían a dejar de manera total la casa en la que tan felices eran, en la ciudad en la que se conocieron y nacieron sus hijos, y que abandonaron sin quererlo del todo.

SCIAMMARELLA

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Sobre la firma

Mábel Galaz
Fue la primera mujer en pertenecer a la sección de Deportes de EL PAÍS. Luego hizo información de Madrid y Cultura. Impulsó la creación de las páginas de Gente y Estilo. Ha colaborado con varias cadenas de televisión y con la Cadena Ser. Ahora escribe en El País Semanal.
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