La proyección universal de la abogacía
Conocí a Fernando Pombo hace bastantes años en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo. Al final de mi lección sobre Juan Benet, en la que había subrayado la preocupación del gran escritor por superar el gusto tan hispánico del costumbrismo localista, se me acercó para comentarme que el problema no se circunscribía a la literatura sino que afectaba a la cultura española en el más amplio sentido del término, y al ámbito de las ciencias sociales, técnicas y aplicadas, en que él se movía.
Como buen santanderino, era un enamorado del mar. Campeón de España de vela en la clase Star durante siete años y subcampeón del mundo de cruceros con sus sucesivos Vindios, en ese deporte veía él una escuela de formación del carácter en valores como la disciplina, el ejercicio de la responsabilidad, la audacia emprendedora y el compañerismo. Fueron los que rigieron su vida. A poco de terminar la licenciatura en derecho, cursó el doctorado en Ginebra y en el Instituto Max Planck de Múnich. Pero, como alumno primero y como conferenciante y o profesor más tarde, tuvo relación con universidades europeas -La Sorbona o Florencia- y estadounidenses: Georgetown, Fordham y Harvard.
Con Ignacio Gómez Acebo, recientemente fallecido, fundó Fernando Pombo el despacho de abogados que lleva sus apellidos, y en él imprimió esos mismos valores que él encarnaba. Para darles soporte de continuidad acordaron sus compañeros de despacho crear una fundación que tiene como objetivo fomentar la responsabilidad social de la abogacía y su ejercicio en acciones concretas.
La preocupación por lograr que la abogacía española se enriqueciera con una proyección universal le llevó a trabajar activamente en la International Bar Association, que agrupa a más de 45.000 abogados de más de 200 países. Formó parte del Comité de Dirección durante 25 años y fue presidente entre 2007-2008.
En los últimos años concentró sus esfuerzos en el área de la litigación y el arbitraje. Luchó con la enfermedad como un buen patrón marinero en medio de la tormenta. La muerte le sorprendió trabajando en un laudo sobre un asunto de dimensión social. Fue su último servicio.
Víctor García de la Concha es director honorario de la Real Academia Española y patrono de la Fundación Fernando Pombo.
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