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Los Presupuestos de 2012
Columna
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Ladrones de futuro

Los ladrones son cada día gente más honrada. El mundo se ha llenado de rateros de guante blanco, trajes diplomáticos y corbatas de seda. Robar se ha convertido en un oficio muy digno y con mucho prestigio social. Se roba desde Wall Street, se hurta desde los consejos de administración de los bancos, se tima desde las compañías de telefonía, se manga desde las instituciones públicas. La de robar es una de las profesiones más antiguas del mundo, por eso tiene tantas especialidades: estafar, timar, quitar, hurtar, afanar, mangar, atracar, sisar, despojar, desvalijar, defraudar, usurpar, malversar, sustraer, expoliar o limpiar.

Cada día, en esta sociedad, se roba de forma más legal. Hay ladrones, que antes de que supiéramos que eran ladrones, eran personas muy admiradas. Un buen estafador puede cambiar la historia del mundo. En el año 2008, Bernard Madoff, fundador de una de las firmas más importantes de Wall Street, fue acusado por el FBI de cometer uno de los fraudes más grandes de la historia. En su trampa cayeron lo mejor de cada casa: inversionistas, bancos, organizaciones humanitarias, la comunidad judía de Estados Unidos y un montón de millonarios. Robó 50.000 millones de dólares, pero hay quién piensa que si en vez de mandarlo a la cárcel se hubiera nacionalizado su chiringuito la crisis económica igual no hubiera existido.

Estafar forma parte de nuestro sistema económico, que basa buena parte de sus ganancias en timar al ciudadano ofreciéndoles duros a seis pesetas. De hecho, las grandes compañías de servicios -telefonía, eléctricas, bancos, etcétera- disfrutan de un negocio que parte de una premisa en su relación con el cliente: que no lea la letra pequeña de sus contratos. Si ustedes se fijan bien, en la letra pequeña de los contratos se incluyen los mecanismos necesarios para conjugar todos los sinónimos del verbo robar.

El problema de los ladrones de ahora es que no llevan antifaz. Y, por tanto, es difícil reconocerlos. Un ladrón se sienta en el consejo de administración de una caja de ahorro y uno no descubre que ha estado desvalijando la entidad hasta que lo despiden y nos enteramos de su indemnización. Si el consejero se hubiera muerto en el despacho, fallece sin que hubiéramos sabido que ese ciudadano era en realidad un mangante ilustre.

El fondo de rescate para la economía europea asciende a un billón de euros. Sin duda, se trata del mayor atraco de guante blanco de la historia de la humanidad, ya que nadie tiene garantía de que solucione el presente, aunque sí la certeza de que nos roban futuro. Mirado con perspectiva, se trata de una estafa para hacer frente a un desvalijo. Nadie sabe si ese dinero será suficiente, o si habrá que aportar todavía más.

El mercado es un trilero que pone su mesa cada mañana con tres tapones y una bolita en el centro del parqué de la bolsa. Luego mueve las fichas muy rápidamente para crear una ilusión. Los Estados acuden cada día a localizar la bolita, pero nunca aciertan. De ahí que las ganancias sean siempre para los que montan el chiringuito.

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Los ladrones de ahora van a sus oficinas todos los días. Son gente muy formal que hurtan con todas las de la ley. O con todas las leyes, que es otra forma de decirlo. Si fuera verdad eso de que quién roba a un ladrón tiene cien años de perdón, el problema de la crisis económica se solucionaba en unos minutos. Hay páginas en Internet con los ladrones más famosos del mundo. Una de ellas la encabeza así su autor: "Millones de personas han fantaseado con apropiarse de algo que no les pertenece. Sin embargo, no todos traspasan la barrera entre la fantasía y la ejecución del delito, y sólo unos cuantos logran hacerlo de forma memorable: estos últimos son idealizados por sus contemporáneos y las generaciones siguientes". Los ladrones de hoy, serán los ladrones que recordaremos en el futuro.

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