Un italiano en Fráncfort
Pocas situaciones más complejas que la actual podría encontrar un ambicioso banquero central para hacer valer sus habilidades y capacidad de gestión. Mario Draghi ha tratado por todos los medios de convencer a propios y extraños de que era el sustituto ideal de Jean-Claude Trichet, una vez que se diluía la candidatura del alemán Axel Weber, expresidente del Bundesbank. A pesar de su condición de ciudadano de un país con gobiernos de calidad cuestionable en la conducción macroeconómica, Draghi ha acabado imponiendo su dilatada trayectoria profesional. A su experiencia en banca de inversión (no exenta de controversia, entre los años 2002 y 2005), en el Tesoro de su país o como banquero central, añade la derivada de la máxima responsabilidad en el Consejo de Estabilidad Financiera, un privilegiado centro de observación muy relevante para el seguimiento de los problemas que sufren algunos sistemas bancarios.
Es en este último ámbito, el del apoyo a la solución de la crisis bancaria abierta en la eurozona, en el que el BCE habrá de legitimar su existencia. Es de rigor reconocer su papel fundamental hasta ahora en la estabilización de los mercados de deuda pública, mediante la compra en el mercado secundario de los títulos de economías más dañadas por los mercados de bonos. Desde el pasado verano, cuando el escenario de la particularización de la crisis financiera dejó de estar en las tres economías más pequeñas de la zona monetaria para golpear directamente a las de Italia y España, las compras de deuda pública de estos dos países por el BCE han evitado el desplome del valor de estos títulos. También lo han hecho desde la emergencia de la crisis las cuantiosas inyecciones de liquidez a los bancos privados, con el fin de paliar los fallos en los mercados interbancarios. Ambos tipos de decisiones es necesario mantenerlas hasta que hayan desaparecido completamente las amenazas.
Su actuación ha resultado mucho menos adecuada en el manejo de los tipos de interés. Para sorpresa de propios y extraños, en tres ocasiones, desde aquella primera en 2008, ha elevado el tipo repo creyendo que las amenazas que pesaban sobre el área monetaria era la inflación, cuando las evidencias de debilitamiento de la demanda y de erosión de la confianza de los agentes económicos eran manifiestas. Jean-Claude Trichet deja la sombra de una rigidez analítica que le ha hecho cometer serios errores en la definición de la política monetaria convencional: aquella en la que se sintetiza la misión fundamental que tiene asignada esta institución como es la estabilidad de precios. El momento actual, sin embargo, demanda una autoridad monetaria con la capacidad analítica y flexibilidad operativa suficientes para evitar que se concreten las muy serias amenazas al crecimiento económico y a la viabilidad de la propia moneda única. Las decisiones adoptadas en el Consejo Europeo del pasado miércoles no deberían relevar al BCE de esos apoyos eficaces que ha venido suministrando en la gestión de la deuda soberana de algunos países de la eurozona. Hay lugar para que su función sea estrictamente complementaria de la ampliada Facilidad de Estabilidad Financiera. Draghi dispone de experiencia suficiente para ello.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.