El suspense sobre el cierre se mantendrá hasta el final
El Ministerio de Economía ha dejado de poner la mano en el fuego al pronunciarse sobre el cumplimiento estricto del objetivo de déficit. De la holgura que mostraban las cifras en la primera parte del año, los desequilibrios públicos han pasado a poner en aprietos a quienes dan la cara cada mes para informar sobre su marcha. El Gobierno ha decidido no dar el más mínimo crédito a la posibilidad de incumplir, pero tampoco defiende ya con la rotundidad de antes la sacralizada cifra del 6% del PIB.
Lo cierto es que el Estado aún no se ha desviado de lo previsto, pero va muy ajustado. Para lograr lo prometido, los ingresos de este año deberían subir alrededor del 2% respecto a la recaudación real de 2010. Ese ritmo, que se cumplía holgadamente en la primera parte del año, se ha desacelerado al 0,8% hasta septiembre. En cuanto a los gastos, la caída respecto a 2010 debería ser del 16%, una cifra mejorada por la ejecución hasta septiembre, con casi el 20% de recorte.
Las cifras demuestran que el suspense sobre si la Administración central será capaz de alcanzar la meta durará hasta el final. El de las comunidades está ya despejado: no cumplirán y la duda estriba en cuánto se desviarán. Antes de noviembre, estas administraciones deberán haber enviado a Economía sus datos de déficit hasta septiembre, lo que dará una idea más ajustada del problema.
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