Secuestro en el Sáhara
El Gobierno pide a la ONU un informe sobre la seguridad en los campamentos de refugiados de Tinduf, tras el secuestro de dos cooperantes españoles y una italiana. Que nos lo pida también a nosotros, cooperantes y voluntarios que pasamos mucho tiempo allí.
El sentimiento de seguridad que tenemos en los campamentos es mucho más que positivo. Nunca había ocurrido algo semejante, ni siquiera algún incidente que se pueda comparar. Son 36 años ya de cooperación, miles de asociaciones y decenas de miles de españoles los que hemos pasado por Rabuni y los diferentes campamentos, y nos hemos sentido siempre seguros, protegidos, y al mismo tiempo relajados, porque la vigilancia no es (al menos no lo ha sido) asfixiante. Incluso es posible que la relajación de tantos años de normalidad haya facilitado las cosas a los secuestradores. Creemos que la seguridad nunca está garantizada en ningún sitio: ni en la terraza de un bar de Casablanca, ni en los trenes de la capital de España, ni en el corazón de Nueva York.
Los voluntarios y cooperantes en los campamentos de refugiados son necesarios, porque ni la comunidad internacional ni nuestro Gobierno atiende (o puede atender) todas las necesidades que hay allí: cirugía y diagnóstico, potabiliza-ción, programas agrícolas, educación, y un largo etcétera. Si se cortara la presencia de cooperantes españoles en Tinduf, lo pagaría la población inocente, que necesita prácticamente todo. Todas las asociaciones operantes en los campamentos seguiremos adelante con nuestros programas, también con nuestra presencia personal.
Como no creemos que se vaya a prohibir el turismo a Casablanca ni a El Cairo, tampoco sería admisible una limitación a los viajes de cooperantes al Sáhara.
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