La residencia por la que luchan Rajoy y Rubalcaba
El palacio de La Moncloa, enclavado en una posesión real del siglo XVI, se vincula a la vida capitalina por haber hospedado a jefes de Estado extranjeros como el general Dwigt D. Eisenhower, el sah Reza Pahlevi de Persia o el emperador Haile Selassie, de Etiopía, además de morada de presidentes de España a partir del mandato de Adolfo Suárez en 1977. El lector puede indagar sobre su origen en un libro de contenido documental sustancioso. Ha sido elaborado con abundante material fotográfico por María Teresa Fernández Talaya, que hizo su tesis doctoral sobre el edificio.Lo dotó de suntuosidad legendaria Gaspar de Haro y Guzmán, marqués del Carpio y Eliche, conspirador, sobrinísimo del conde-duque de Olivares y uno de los grandes coleccionistas de arte. Carpio lo había adquirido a su vez de los Manrique de Lara, emparentados con el poeta y, por lazo matrimonial, con el conde de Monclova. De él tomaría el nombre. Tuvo su precedente en dos edificios, Fuente el Sol y Sora, pertenecientes a los bienes libres de Felipe II, vendidos por su hijo Felipe III para amortizar deudas paternas. Una de sus propietarias fue Cayetana, duquesa de Alba y maja retratada por Goya. Fue Carlos IV quien a la muerte de la duquesa en 1802 lo compró junto con el Sitio de La Florida, con el propósito de allegarse desde el Palacio Real a través de tierras propias. Hasta 500 hectáreas pasarían a la Escuela de Agronomía, tras la Revolución de 1868 llamada Gloriosa.Enclavado en un promontorio que domina la margen izquierda del Manzanares, explica Fernández Talaya, el palacio fue sucesiva y suntuosamente restaurado por artistas como el arquitecto Isidro González Velázquez, el pintor Francisco de Goya, el escultor Roberto Michel, el ornamentador italiano Francisco Brambila, el jardinero Francisco Rodríguez y el paisajista Javier de Winthuysen, entre otros; y, también fotografiado por Kaulak, cuyas placas la autora ha rescatado y publicado. Las fotografías proceden asimismo del archivo de la Embajada de EE UU y de colecciones particulares; permiten cotejar cómo fue La Moncloa en sucesivas etapas, ya que ha atravesado fases de rehabilitación, en torno a 1929, de severo abandono y destrucción, como la sufrida durante la Guerra Civil. Totalmente arrasado, fue reconstruido por Diego Méndez en 1953 como residencia de visitantes ilustres, desde el dictador Leónidas Trujillo hasta los presidentes estadounidenses Richard Nixon y Gerald Ford. Hoy, del siglo XVII solo se conserva una dependencia, antes subterránea y oculta, redescubierta por los hijos de Adolfo Suárez y que sería habilitada luego como la bodeguilla, lugar de visitas informales a la Presidencia. Su decoración interior es ahora de estilos Carlos IV e Imperio y sus jardines, de granados y pinos -por donde Machado cortejara a su amada Guiomar- recuerdan un esplendor añorado por Azaña, asiduo al entonces parque público, cuando el contorno de La Moncloa fue remozado sobre 1930 para construir la Ciudad Universitaria.
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