Un hotel que no lo es

El centro histórico de cualquier capital puede convertirse en la bandeja perfecta para un hotel deconstruido. Porque la verdadera naturaleza de Estancias con Arte son 11 habitaciones -apartamentos- dispersas por el madrileño barrio de las Letras y la plaza de Ópera que la marca gestiona como una unidad de alojamiento, similar a los que hoy marcan tendencia en Milán, París, Londres y Viena. Después de la reserva online, la oficiante remite un correo personal en el que especifica las condiciones (mínimo una semana en los grandes, una noche en los pequeños), la panoplia de servicios que se ofrecen (limpieza diaria, prensa, desayuno y cena a petición), así como el punto de encuentro y la hora de la cita para el registro de entrada. No hay recepción, ni instalaciones suplementarias. Solo los apartamentos... Pero, ¡qué apartamentos!

El Aposento, especie de loft del siglo XVII con una vasta biblioteca. El Pentagrama, favorito entre los músicos que recalan en Madrid. Ópera Prima, con terraza y vistas sobre el Teatro Real. Oriente, en plena plaza de Oriente. La Trastienda del Palacio, un dúplex con elementos del siglo XVII. Pintor Rosales, un salón en tres ambientes. La Casa del Poeta, porque en ella vivió Rubén Darío. Notas de Ibiza, en tonos blancos, muy cerca del Retiro. La Corrala, buhardilla de un palacio del XVIII. El Templo, loft dúplex de 75 metros cuadrados en la calle de las Huertas. Y el Estudio de los Libros Olvidados.

El silencio, prioritario

Sus precios van desde 90 euros la noche hasta 1.400 euros la semana. Lo que sí es común a todos es esa atmósfera de hogar que Christina Garrido, maestra de ceremonias, cuida hasta en los pequeños detalles, como unos libros de arte sobre las mesas, sábanas de hilo, cojines, olor a flores frescas... Y una prioridad, el silencio. Por eso prefiere los apartamentos de patio a los de calle, y se lo hace ver a sus propietarios antes de tomarlos en gestión. Christina Garrido pasó gran parte de su vida entre Lisboa y Brasil, por lo que conoce los gustos de sus clientes, brasileños, norteamericanos y europeos del norte principalmente. No les asegura un spa ni una piscina ni un business corner... Pero a la mañana siguiente, el huésped accederá a un cesto de desayuno en la nevera con queso fresco, jamón ibérico, pan de molde, un litro de leche y dos naranjas.

El resto de la experiencia se esconde en la calle. En algún rincón secreto del Madrid de los Austrias.