La gestión de la ruina
Con 37.000 millones de deuda hasta julio, los Ayuntamientos afrontan la peor situación de su historia - Los concejales cuentan cómo administran la crisis
Los Ayuntamientos adeudaban más de 37.000 millones de euros a comienzos de julio. Es la mayor deuda que han tenido en su historia y en el peor momento posible, cuando sus ingresos se han desplomado. La situación es tan apurada, que algunas Corporaciones han empezado a despedir personal; otras llevan varios años sin pagar a los proveedores; a otras les embargan las plazas y las calles por distintos impagos; y algunas utilizan fórmulas extravagantes de ahorro como apagar los semáforos de madrugada. Lo que sigue es un retrato de cinco concejales de Hacienda que viven en el pozo de la crisis, con una clamorosa falta de ingresos para atender a las múltiples necesidades de su municipio.
- José Manuel Pardal. Vilagarcía de Arousa (Pontevedra). Son las ocho de la mañana cuando el concejal de Hacienda de Vilagarcía sube las escaleras de mampostería del Ayuntamiento para dirigirse a cuestas con su maletín a las oficinas municipales. Hoy, a toda prisa, José Manuel Pardal se reunirá con técnicos de la oficina de Rentas e Intervención y pretende avanzar en el esperado Plan de Saneamiento que ha encargado el alcalde, Tomás Fole (PP), y que será el guion contable de los próximos cuatro años para encarar la crisis. Los populares gobiernan en minoría este municipio de casi 38.000 habitantes desde mayo y cifran el déficit en casi cuatro millones de euros.
José Manuel Pardal dedica diariamente dos horas a gestionar las maltrechas finanzas que se ha encontrado el PP después de gobernar la izquierda (PSOE y BNG) 20 años en la capital arousana, con unas deudas a proveedores de casi siete millones de euros. Las estrecheces presupuestarias tampoco permiten que Pardal goce de dedicación exclusiva. "Lo llevo más o menos bien, siendo metódico y tratando de controlarlo todo poco a poco", comenta. El caballo de batalla es el pago de 500 facturas atrasadas. Un préstamo del ICO de 1,2 millones permitirá abonar una mínima parte, un 10%, aproximadamente. "El resto ya veremos cómo se hace", dice con preocupación.
Mientras se despide, tiene palabras de elogio para la plantilla municipal, sobredimensionada: 400 empleados cuyos sueldos suponen la mitad del presupuesto, de 30 millones. "No me puedo quejar porque todos cumplen y están muy involucrados con la situación". ¿Y todo a pesar del ERE que planea? "Bueno, sí, pero ¿quién está hoy libre de esta espada de Damocles? Yo creo que ni aquí ni en ningún lado", concluye Pardal.
- Iban López. Santurtzi (Bizkaia). "Esta es la legislatura de la imaginación, porque dinero no hay". Iban López, de 41 años, concejal de Hacienda y Promoción Económica de Santurtzi, localidad de 47.000 habitantes a 15 kilómetros de Bilbao que gobierna el PNV, aplica una política de gasto austera desde que accedió al cargo, el pasado mayo. "Hay que recortar de donde se pueda", resume su filosofía. El Ayuntamiento se planteó hace poco cambiar todas las bombillas del alumbrado público. "En tiempos de vacas gordas, la medida se habría ejecutado sin demasiados miramientos. Ahora no. Lo pensamos, hicimos números. Actuamos solo cuando vimos que iba a ser rentable porque las nuevas luces iban a consumir un 25% menos", comenta.
López presume de ser un político "a pie de calle". En cuanto puede, huye del despacho y busca el contacto con la gente. "Algunos me paran muy enfadados y me dicen de todo. Les escucho y dialogamos. Siempre procuro dialogar. Si alguien viene a mi despacho y me dice que no puede pagar el IBI, teniendo en cuenta la actual coyuntura, intento buscar una solución. Por ejemplo, un fraccionamiento del pago. También procuro pagar puntualmente a talleres o empresas que han trabajado para nosotros y lo están pasando mal", indica. El concejal cree que, pese a todo, en esta Corporación "la cosa tampoco está tan mal".
- Javier Serralvo. Vila-real (Castellón). Lo que siempre está encima de su mesa es una carpeta verde, la correspondiente a "facturas pendientes de firmar". Cuando el pasado mayo entró como responsable de Hacienda en Vila-real (Castellón, 51.367 habitantes), Javier Serralvo se encontró con que la carpeta de facturas pendientes, ahora menguada, sumaba 4,5 millones de euros. Durante el mes siguiente entraron más facturas, que sumaron otro millón, lo que hizo un montante de casi 6 millones de euros, más del 15% del presupuesto local. Ahora se dedica, durante aproximadamente 12 horas al día, a tratar de poner en orden las cuentas. No solo por las facturas, sino también por las deudas que la Generalitat valenciana tiene con el municipio y por los 20 millones de un préstamo que pidió el anterior equipo de gobierno (en un municipio con cerca de 53 millones de euros de presupuesto) y que ahora han de empezar a pagar.
Serralvo, socialista, pasa muchas horas en su despacho. Y casi es mejor, porque cada vez que sale de él encuentra a algún espontáneo que le asalta preguntando cuándo cobrará sus facturas. Lo primero que hizo cuando llegó al cargo fue revisar los pagos pendientes, elaborar un plan y plantear una modificación del presupuesto para saldar facturas por un valor de 800.000 euros entre septiembre y octubre. "El resto lo pagaremos hasta el 30 de abril", señala quien idea nuevas fórmulas para, a la vez, cobrar sus propias deudas. Hay más de un millón de euros en facturas que está revisando, muchas de ellas emitidas por Lubasa y Piaf, dos de las firmas investigadas en la causa de presunta financiación irregular del PP en el caso Gürtel. "Estamos detectando peticiones de cobro por algunos trabajos que no se han hecho", asegura.
Cambio de deuda por ocupación de solares para servicios públicos, permutas para la segregación de parcelas que tapen los agujeros de algunas empresas. Serralvo da vueltas a distintas fórmulas a sabiendas de que hay mucho dinero que no cobrará.
- Carlos Esgueva. Montgat (Barcelona). "Mi jornada es muy rutinaria, no tiene mucho interés", avisa Carlos Esgueva, concejal de Hacienda, Financiación Económica e Investigación de Montgat (10.500 habitantes, Barcelona). Nada más lejos de la realidad. La denominación de la Concejalía y el perfil de su responsable indican que el día no será anodino. Esgueva, economista y analista financiero de profesión, trabajó durante años en multinacionales. Su tarea: buscar inversores. Eso mismo está intentando desde que en junio accedió al cargo. El volumen de burocracia y los defectos de organización son su principal preocupación. "Es la gestión del caos", admite. La deuda actual, que asciende a 358.000 euros, no es una preocupación para el Consistorio de CiU, que tiene un presupuesto de 11 millones. Pero lo puede ser en breve, ya que el Ayuntamiento deberá pedir un crédito de un millón de euros para hacer frente a dos expropiaciones forzosas.
En un lado de la mesa de Carlos Esgueva se amontonan, de forma amenazadora, unos 150 expedientes diarios a revisar, entre facturas, órdenes de transferencias, informes de intervención e incidencias de facturación. Entre reunión y reunión, el concejal dedica unas dos horas a repasarlos. "Qué son, por qué se pagan y si hay forma de hacerlo más barato", es el mantra que repite Esgueva a cada nuevo expediente que abre.
- Diego Galindo Saeta. Mengíbar (Jaén). A sus 33 años, Diego Galindo Saeta se ha estrenado este mandato en la política local como concejal de Hacienda de su pueblo, Mengíbar (9.780 habitantes, Jaén). "Lo peor es la impotencia por tener que decirle a los proveedores que no hay dinero y que tendrán que esperar", confiesa este edil del PSOE, consciente de que ha tenido que asumir el área más ingrata para los tiempos que corren. Casado y con una hija pequeña, no está liberado en la Corporación (solo cobra 85 euros por asistencia a plenos y 30, a comisiones) y compagina su cargo con su profesión de programador informático en una empresa de Jaén.
Galindo tuvo su bautizo de fuego nada más llegar al Ayuntamiento, en junio. Al mes siguiente había que organizar las fiestas y, curiosamente, él también ostenta la delegación de Festejos. "El concejal de Hacienda le decía al de Festejos que no había dinero", bromea. ¿Y cómo resolvió el dilema? "Recortando el presupuesto de las fiestas en más de un 50% y echándole imaginación al programa, apostando por lo local y barato", comenta Galindo, que admite que le cuesta mucho explicar a sus amigos cómo se ha metido en este mundo.
Con información de Luis Mingallón, María Fabra, Ivanna Vallespín, Elisa Lois y Ginés Donaire.
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