El señor de las libélulas
Pietro Ruffo exhibe sus obras sobre la 'primavera árabe'
"Al entrar, tienes la sensación de estar rodeado de árboles, aunque la perspectiva resulta extraña, pero al moverte por el espacio te das cuenta que hay dos niveles y que de los árboles se desprenden letras y formas". Lo explica Tatiana Kourochkina, directora de la galería homónima de Barcelona, que exhibe hasta el l0 de enero las obras más recientes del italiano Pietro Ruffo, en el marco de la muestra Non siamo ancora stati salvati (Aún no hemos sido salvados). Acogen al visitante unos grandes dibujos de Central Park visto desde el suelo, en los que han sido recortadas decenas de libélulas, que luego se han vuelto a pegar con alfileres en su exacto lugar. "Me tendía en el césped, miraba el cielo entre las ramas y pensaba a cuándo la naturaleza y los insectos reconquistarían el planeta", explica el artista.
Arquitecto de formación no deja nada al azar: primero toma fotografías, luego hace una especie de relieve, como un mapa tridimensional, realiza la obra con lápiz, acuarela o tinta china, pero siempre sobre papel y para terminar recorta insectos que pega con alfileres como un verdadero entomólogo. Para la exposición barcelonesa ha creado una instalación sobre la libertad. Es una especie de casita en el bosque y del follaje surgen las letras recortadas de una obra del poeta libanés Khalil Gibran. "Escribe Gibran: 'Y, si es un déspota el que queréis destronar, ved primero que su trono, erigido dentro de vosotros, sea destruido'. Es el verso que prefiero", indica Ruffo.
"La pieza enlaza con el título de la muestra: siempre estamos esperando a que alguien nos salve. Por eso, en relación a las revueltas de la primavera árabe, me interesa reflexionar sobre la idea de libertad y la fuerza que el pueblo tiene cuando debe liberarse de un déspota. Una fuerza que a menudo se disgrega cuando debe implementar una sociedad libre", reflexiona Ruffo, ganador del último Premio Cairo, el reconocimiento más prestigioso dedicado el arte emergente en Italia.
No es la primera vez que Ruffo juega con las ilusiones ópticas. Desde 2004 realiza una serie de banderas, cuyos colores son reproducidos con calaveras de animales de dientes afilados, mandíbulas desencajadas y aire agresivo, dibujadas sobre mapas de territorios, que no siempre son los suyos. En la galería Tatiana Kourochkina se exponen las de Siria, Líbano y Hamás, pero también ha dibujado las banderas de grandes potencias occidentales. "Me interesa el concepto de defensa", cuenta el artista, "y de cómo los pueblos buscan en sus raíces y su identidad las fuerzas para defenderse. Después de la II Guerra Mundial en prácticamente todos los países el Ministerio de la Guerra se convirtió en Ministerio de la Defensa, diverso nombre y mismas competencias".
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