Francia, cuna de millonarios

Francia es el país con más millonarios (en dólares) de Europa. En el mundo quien más millonarios alberga es, naturalmente, Estados Unidos, según datos facilitados por un estudio anual de la banca suiza. El segundo lugar lo ocupa Japón, y galopa cada vez más cerca de los primeros China, tanto que desplazará a Tokio tan pronto como en 2016.

Francia, allí donde la riqueza todavía es contemplada con una cierta distancia propia solo del dinero antiguo, tiene 2.600.000 millonarios sobre 61 millones de habitantes, lo que se compara con Reino Unido que, con una población muy similar, cuenta con 1.600.000 de estos grandes agraciados, o Suiza, aún más favorecida per capita, con 622.000 millonarios, pero solo siete millones de ciudadanos.

Los haberes promedio de los hogares franceses, contabilizando riqueza en efectivo, activos contables y propiedad inmobiliaria menos deudas, asciende a 90.000 dólares (unos 65.000 euros).

La riqueza mundial se ha incrementado en 2010 con respecto al año anterior en algo más del 18%, sobre todo gracias al aumento de la riqueza en África del sur, China, India, Australia, Chile y Singapur, y la riqueza media por adulto en el mundo es de algo más de 50.000 dólares (37.000 euros). Todo ello lleva a la conclusión de que los ricos son cada año más ricos y los pobres cada vez más pobres, si recordamos que más

de 1.000 millones de los 7.000 millones de habitantes del planeta viven en la miseria con un dólar o menos al día, y que en América Latina, posiblemente la parte del mundo de mayor desigualdad, el 40% de sus más de 500 millones de habitantes están bajo el umbral de la pobreza: apenas ganan para mantener unidas alma y cuerpo.

Una ulterior constatación es la de que la economía medida en macrocifras presenta una imagen de la realidad muy distinta de la microeconomía. Colombia y Perú figuran entre los países de mejor desempeño material en los últimos años, con crecimientos de 5% y aun de más del 7%, pero ello no beneficia de manera uniforme a la nación, como muestran las cifras absolutas de carencia. Y es que nunca se crece a gusto de todos.