Bradl tiene el título en la mano
Lesionado, Marc Márquez no corre en Sepang y al alemán, que termina segundo, le vale con acabar entre los 13 primeros en Valencia para ser campeón de Moto2
Stefan Bradl, de 21 años, no se lo podía creer. Se veía celebrando el título en la tórrida Malasia cuando todos sus planes se fueron al traste casi sin darse cuenta. El fin de semana no se le podía haber presentado mejor: el causante de todos sus desvelos, un jovenzuelo atrevido llamado Marc Márquez, quedó noqueado la mañana del viernes a causa de una caída desafortunada, y en lugar de formar en la parrilla, se sentaba en su garaje de cara a las pantallas de televisión, con un parche en el ojo derecho, un apósito en la barbilla, múltiples contusiones y otras tantas heridas. Claro que la ventaja que el alemán le sacaba al español era tan ínfima (solo tres puntos tras la remontada de Márquez en Australia) que para ganar el Mundial de Moto2 ya este fin de semana el chico tenía que ganar la carrera. No le valía ningún otro resultado, aún con su rival fuera de juego. Pero se lo vio fácil. Tenía buen ritmo. Hizo una excelente salida. Y pareció marcharse a disfrutar de un paseo en moto, en soledad, a media tarde.
En solo cinco vueltas había sacado más de un segundo a sus perseguidores. Pero el suizo Thomas Luthi, el hombre de la pole, decidió convertirse en el mejor amigo de Márquez y empezó a acercarse peligrosamente a Bradl. Cinco giros más tarde ya estaba a menos de dos décimas de segundo. Estudió a su rival y esperó pacientemente. Luthi decidió tomar la iniciativa a falta de tres vueltas. Y Bradl, confiado en tener la victoria amarrada, le cedió el paso amablemente. El alemán, según explicó más tarde, había pensado en dejarle pasar, para estudiar sus movimientos y devolverle el adelantamiento en la última vuelta. Pero le fallaron los planes. Un escandaloso accidente de Axel Pons (con un fuerte golpe en la cabeza y perdida de consciencia; tuvo que ser trasladado al hospital) obligó a la dirección de carrera a mostrar la bandera roja y neutralizar la prueba. A falta de esas dos últimas vueltas, Luthi cruzó la meta en cabeza. Y a Márquez, en su taller, rodeado de los suyos, se le escapó una pequeña sonrisa.
El fin de semana había sido terrible para él: la suerte se le volvió en contra, se tropezó con una curva encharcada que nadie señalizó, cayó y, aunque no se rompió nada, las contusiones fueron de tal magnitud que le provocaron mareos y falta de visión en el ojo izquierdo. En esas condiciones, aunque salió el sábado a dar dos vueltas rápidas que le valieran para estar en la parrilla de salida, los responsables médicos no le permitieron correr. La salud estaba por delante del título. Y así fue.
En dos semanas se decidirá el campeonato en Valencia. Y aunque Bradl lo tiene en la mano (aunque Márquez gane la carrera le vale con puntuar entre los 13 primeros), nada está decidido hasta que ambos no vean la bandera de cuadros de la última carrera del calendario. Y en eso se concentra el piloto de Cervera (Lleida), que a sus 18 años ya ha asombrado al mundo con su talento y su carisma, y que peleará en la pista hasta el último minuto por el Mundial, en el año de su estreno en la categoría de las motos de plata.
"No está todo perdido, ni esto se acaba aquí. Aún estamos vivos en el campeonato aunque las opciones son mínimas, porque 23 puntos son muchos. Pero estaré en Valencia para volver a ganar y el año que viene habrá más. Si Dios quiere tendré una carrera muy larga", señaló el chico, optimista. "Lógicamente hoy apoyaba a Luthi", confesó también, pícaro.
Las opciones
- La segunda posición que el alemán Stefan Bradl logró ayer en el Gran Premio de Malasia le deja el panorama despejado para que se proclame campeón del mundo de Moto2, en Valencia. Para conseguirlo, al germano le basta con cruzar la meta entre los 13 primeros clasificados. En ese caso, Márquez no tendrá opción.
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