"Concejal Homs: venga a vivir a mi piso y sabrá qué pasa en el Raval"

"Concejal [Mercè] Homs, venga a vivir a mi piso unos días y sabrá qué pasa en el barrio. Cuando estaba en la oposición usted se ofreció y desde la plataforma Raval per viure le dijimos que no. Ahora que manda, le decimos que sí". El pasado jueves, José Álvarez, vecino de la calle de Om, le hizo esa invitación a la edil de CiU durante su turno de palabra en la audiencia pública del distrito. Álvarez la convidó, con llaves en la mano, después de quejarse del "evidente" trapicheo de drogas en su calle, "a tan solo 50 metros de la comisaría de los Mossos", comentó. La máxima autoridad del distrito no ha contestado, pero una portavoz aseguró que se reunirá con Álvarez.

El gesto fue recibido con aplausos por parte de los vecinos y miembros de las asociaciones de Ciutat Vella que asistieron a la reunión. El ofrecimiento y las llaves no son un asunto de demagogia. Su historia se remonta a dos años atrás. El 30 de octubre de 2008, una cincuentena de vecinos enviaron una carta al entonces alcalde, Jordi Hereu, para convidarle a quedarse en sus pisos. En el texto se invitaba al socialista a que "con sus propios ojos sea testigo, sin asesores ni interlocutores, de la degradación que padece mi barrio". La acción salió del seno de Raval per viure -uno de los promotores de las pancartas de Volem un barri digne (queremos un barrio digno)- y tuvo amplia difusión en su blog.

Hereu respondió con una carta genérica de agradecimiento. No siguió la tradición de sus predecesores Joan Clos o Pasqual Maragall y esquivó la invitación. La que se ofreció a hacerlo fue la entonces edil de la oposición, Mercè Homs. "Mandó un correo electrónico a la plataforma diciendo que ella sí estaba dispuesta. Le dijimos que no, para así evitar que se convirtiera en un acto electoralista", recordó Álvarez. Todo quedó quieto, hasta el jueves.

"No creo que la concejal venga, aunque tampoco lo veo del todo imposible", aseguró al día siguiente de la audiencia Álvarez, cómodamente sentado en el salón de su piso blanco, diáfano y con muchos libros de fotografía y CD. En su hipotética reunión, le pediría la imposición de una tasa turística en la ciudad, cuyos ingresos se vieran revertidos en las zonas con mayor impacto de visitantes. También considera que el plan de usos del distrito, que impide la construcción de más hoteles, es inamovible. "Si lo revocan, seré el primero en pedir una licencia turística para mi piso. Así se paga la hipoteca y me voy a vivir a otra parte de alquiler. Ya puestos, también tengo derecho a subirme al coche de la especulación", afirmó con vehemencia.

Álvarez es asturiano y hace 15 años que vive en Ciutat Vella. En su piso actual lleva nueve años. Ha visto irse a muchos de sus vecinos, que no han soportado el ruido, el olor a orín en los portales, los gritos entre prostitutas y chulos y las jeringuillas en plena calle. "Hay una bolsa de marginación de la que nadie se ha ocupado. La estructura del circuito de prostitución y drogas está aquí. Mucha gente tiene intereses en el Raval y lo ve como su mina de oro. Me temo que Homs defiende esos intereses", dijo.

Desde su balcón, explicó el modo de operar de una banda dedicada al menudeo de drogas. "No tengo miedo, pero voy un poco con cuidado. Lo peor es que ya no sientes tuyo el barrio", aseguró mientras jugaba con las llaves de su hogar, las mismas que espera que use Homs.