Hoyos con vistas
Cerca de Lisboa, una decena de campos entre dunas, pinos y playas de windsurf
Paul Saunders nació en Birmingham, "donde nunca sale el sol", cuenta con retranca. Normal que este exgolfista profesional, hoy director del club de Beloura (www.belouragolf.com), decidiera hace 25 años escaparse a la costa lisboeta. A pocos kilómetros de la capital confluye una decena de campos de gran nivel. Si el turismo de golf se suele asociar a recorridos fáciles pensados para vender chalés adosados, aquí los proyectos se encomendaron a diseñadores reputados como Robert Trent Jones.
En Portugal hay unos 15.000 federados y el golf atrae a miles de extranjeros. Como el malagueño Pablo Martín Benavides. En 2007, cuando aún era un aficionado, ganó el Abierto de Estoril, en el precioso Oitavos Dunes (www.oitavosdunes.com). "Vuelvo un par de veces al año. Me encantan las vistas de la playa de Guincho, en Cascais. Pero sobre todo, que es muy natural. Yo suelo ser muy crítico con la integración de los campos en el paisaje, y aquí no hay construcciones que molesten, y los árboles son los de siempre, no han plantado especies exóticas. Jugar es como si estuvieras dando un paseo por el campo".
El hoyo 13 de Oitavos atraviesa una reserva natural a la que está prohibido acceder: si de un mal golpe la bola cae ahí, adiós. Este respeto al medio ambiente caracteriza la zona: el frondoso bosque de pinos de Aroeira (www.aroeira.com), las ondulaciones de Penha Longa (www.penhalonga.com)... Allí el buggy (cochecito) ha de seguir una senda estrictamente marcada lejos de la hierba. En el 15 el aire suele venir en contra, lo que hace temibles los 155 metros de golpe de salida sobre un lago. Pero el hoyo que no se olvida es el 6, bordeado por las ruinas de un viaducto medieval.
Porque la historia diferencia estos campos de los del Algarve y Madeira, más populares. "Estamos en contacto con Lisboa y su cultura, o con Sintra, patrimonio mundial", comenta Sandra Braz, directora de Estoril Golf Bureau. Sin ir más lejos, Montado Golf tiene vistas al castillo de Palmela, del siglo IX; la casa-club del mítico Estoril Golf es un viaje a 1936; y desde Quinta da Marinha se divisa el espectacular palacio de Pena. Otro aliciente es la variedad: desde un estilo clásico escocés como el Lisbon Sports Club (www.lisbonclub.com) a uno más americano como Quinta da Marinha (www.quintadamarinha.com), uno de los favoritos de Saunders "por los greens pequeños y ondulados y la variedad de golpes con todos los palos".
Para disfrutarlos todos de una tacada, a principios de noviembre se celebra la Semana Internacional del Golf de Estoril (www.estorilgolfcoast.com), cinco días en cinco recorridos. Si normalmente estas iniciativas se parecen a esos packs de películas supuestamente míticas en los que la mitad son de relleno, en este caso todos los campos han albergado prestigiosos torneos profesionales, y no por casualidad. Hay detalles insignificantes que para un golfista marcan la diferencia. Por ejemplo, unos greens bien cortados, donde dé gusto patear; o algo tan simple como encontrar una fuente de agua fresca en la salida de todos los hoyos. Tampoco viene mal que los resorts de lujo lancen buenas ofertas.
No pocas razones invitaron a Paul Saunders a quedarse en la costa de Estoril, mejor destino turístico de 2007 según la Association of Golf Tours Operators. Para Sandra Braz, merece la pena "el espíritu local, con los vinos y la comida". Después de un recorrido contra viento, qué mejor que un buen pargo o bacalhau a la brasa (grelhado) en terrazas sobre el Atlántico como la de Mar do Inferno (www.mardoinferno.com), donde una copa de blanco de Alentejo sabe mejor que un trofeo.
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