"La historia tiene que reflejar que en este país no había libertad"
Un fallo mecánico en la bomba que ETA les había preparado les salvó la vida. El 10 de noviembre de 2000, Aurora Intxausti y su marido, Juan Palomo, se dirigían como cada mañana a la guardería con su hijo, que entonces tenía 18 meses. Al abrir la puerta de su casa sonó un pequeño estallido. Era el detonador de una olla cargada de explosivos camuflada en una maceta, que podía haber matado a los tres. El artefacto no explotó, pero la amenaza de la banda los expulsó del barrio y de la ciudad (San Sebastián) en el que, durante décadas, había vivido su familia. Aurora, periodista bregada en la cobertura de atentados, vio ese día cómo lo que tantas veces había presenciado por su profesión se volvía contra ella.
Como cada año por estas fechas, siente un poco de tristeza al aproximarse el aniversario de su atentado. Este año más, al ver que el fin de ETA tal y como ella lo habría deseado no tiene visos de hacerse realidad. "El final de ETA debería escenificarse. Debería haber un acto de entrega de armas y explosivos, pero sobre todo del dinero, porque tienen mucho", asegura. Once años después de su desgraciada experiencia, considera que ese acto de entrega de armas debería ir acompañado de "una reflexión crítica sobre lo que han hecho", pero no cree en el perdón ni en el arrepentimiento. "¿Qué consigues con que alguien te pida perdón? ¿Para que sirve? Yo creo en la justicia. Quien ha cometido un delito debe ir a un tribunal y aceptar la pena que se le imponga tras el juicio", dice.
La periodista de la sección de Cultura de EL PAÍS se opone a cualquier contraprestación por dejar de matar, pero recuerda: "Somos demócratas y la democracia es capaz de soportar cualquier cosa. Vamos a ser capaces de permitirles que presos con muchos años de condena salgan a la calle y no pasará nada. Nadie cogerá un arma para intentar matarlos. Las víctimas nunca lo han hecho".
Lo que más le preocupa de la vuelta de la izquierda abertzale a las instituciones es el revisionismo histórico del terrorismo. "Bildu quiere que olvidemos, pero no podemos. La historia de este país debe reflejar que durante 30 años hubo muertos, gente que se tuvo que marchar, empresarios extorsionados o jardineros, agricultores y periodistas con escolta; que no había libertad, sino una sociedad podrida... Pero para mi desgracia, crearán una versión descafeinada de todo esto".
"Ahora es como si en todos estos años de violencia no hubiera pasado nada", prosigue Aurora, que recuerda cómo hasta ahora Bildu se ha acercado exclusivamente a los presos de ETA dejando de lado a las víctimas. Como cada vez que se aproxima noviembre, lo que le atormenta es una pregunta: "¿De qué hubiera servido que nos hubieran matado?".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.