Las tranquilas tardes de Munúa
El portero del Levante, un veterano de 33 años, es el menos goleado de Primera y solo Valdés recibe menos disparos
La experiencia de Gustavo Munúa (Montevideo, Uruguay; 1978) en el Levante empezó el curso pasado como si de una pesadilla se tratara: 10 goles encajados en tres partidos, otras tantas derrotas y la pérdida de la titularidad a favor de Manolo Reina. Ha pasado poco más de un año desde entonces y la pesadilla se ha convertido en un sueño: el portero uruguayo defiende hoy la portería menos goleadas de la Liga, con solo tres tantos encajados en siete partidos, la que menos disparos recibe después del Barcelona, y es el titular inamovible del equipo granota, colíder junto al conjunto de Guardiola tras cinco victorias y dos empates.
"El año pasado éramos un equipo en construcción, así que el arranque de la temporada no fue de los mejores; este curso la mayoría ya nos conocemos y esto nos ayuda", explica el guardameta. De hecho, la defensa titular del Levante es la misma que la que consiguió la salvación el año pasado tras una primera vuelta complicada -en la 20ª jornada el Levante era último- y una segunda sobresaliente -30 puntos en 18 partidos-: Ballesteros y Nano de centrales, Javi Venta y Juanfran en las bandas. Junto a Munúa, de 33 años, suman 170 y ninguno de ellos tiene menos de 30.
"Cuantos menos disparos te lleguen, más despierto hay que estar", apunta el meta
Casillas ha recibido los mismos remates, pero ha encajado tres tantos más
"La experiencia ayuda a hacer las cosas bien, hemos alcanzado un equilibrio, somos sólidos. Solo esperemos que sigamos estando bien físicamente", apunta el guardameta. Respecto al año pasado, el uruguayo está pasando unas tardes relativamente tranquilas. En los siete partidos disputados este curso, el Levante solo ha recibido 25 remates a portería: 3,57 por partido. Entre los porteros de Primera, solo el barcelonista Valdés (2,14) está mejor arropado por sus zagueros, lo que no le impidió, sin embargo, recoger la pelota del fondo de la red una vez más (cuatro) que el portero granota. Casillas ha recibido los mismos disparos, pero ha encajado tres goles más.
El curso pasado, el Levante era 14º en la estadística con un promedio de 5,32 disparos a portería recibidos. "De esto no me doy cuenta", confiesa Munúa; "cuando estás en el partido no vas sumando los disparos que recibes. La tensión es la misma y cuantos menos disparos te lleguen, más despierto tienes que estar". El que sí se da cuenta es José Martínez Puig, el entrenador de los porteros del Levante. "Yo no entreno a los guardametas para que paren mucho, sino para que tomen las decisiones correctas en cada momento del partido. Y en eso Gustavo es muy fuerte psicológicamente", comenta Martínez Puig; "respecto al curso pasado ha cambiado muy poco en la fase defensiva, estamos más rodados y sufrimos menos. Mi papel es procurar que el portero se quede lo más sereno posible".
Otras de las razones que apunta Martínez Puig para explicar el buen momento de Munúa es la competencia que hay entre los metas en nómina del Levante: "Gustavo, Keylor Navas y Garabato pueden ser los tres titulares". El costarricense Navas, que tiene 25 años, nueve menos que Munúa, piensa que la diferencia de edad es decisiva. "Gustavo tiene mucha experiencia, sabe coger bien las decisiones. Yo estoy tranquilo, ya tendré mis ocasiones".
Tras formarse como portero en el Nacional de Montevideo, el meta charrúa pasó seis años en el Deportivo sin asentarse nunca como titular y donde protagonizó un polémico episodio en 2008, cuando propinó un puñetazo a su compañero Aouate, hoy en el Mallorca, al que tuvieron que dar ocho puntos de sutura en el ojo izquierdo. En 2009 se fue al Málaga, donde consiguió jugar con regularidad, y finalmente desembarcó en Valencia el curso pasado.
Tras el mal comienzo, Munúa reconquistó la titularidad cuando el Levante se convirtió en el farolillo rojo de la Liga, tras cinco derrotas seguidas. Desde ese momento, empezó una remontada y el club valenciano pasó de encajar una media de 1,7 goles por partido a uno, promedio que en este primer tramo de curso ha mejorado considerablemente.
El portero rememora aquel momento de enero como un punto de inflexión. "No fue el cambio de un jugador, sino coincidió con el momento en el que nos miramos todos a los ojos y nos dijimos: 'Si no cambiamos el chip, si no invertimos la dinámica, nos vamos a Segunda, no hay otra", recuerda el portero. Solo 10 meses después, el Levante es colíder de Primera y Munúa vive mucho más tranquilo.
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