Benigembla llora la muerte de un niño aplastado por un muro
Los vecinos de Benigembla (563 habitantes), un pequeño pueblo del interior de La Marina Alta, permanecían aún ayer conmocionados por la tragedia que la tarde del sábado se cebó con tres niños que jugaban sobre un muro. De repente, la estructura se vino abajo y el alud de piedras aplastó a uno de los menores, Xavier, de ocho años. El niño murió en el lugar del accidente.
Sus otros dos compañeros de juego, Joan, de siete años, y Jorge, de nueve, tuvieron mayor fortuna y solo sufrieron heridas leves. Ayer descansaban en sus domicilios familiares intentando sobreponerse al impacto emocional del accidente.
El alcalde de la población, Juan Caselles, apuntó al estado precario de la estructura (un muro hecho con bloques de hormigón apenas unidos por el cemento) como probable causa de su repentino desplome. La pared dividía las parcelas de dos viviendas. Además, las últimas lluvias probablemente redujeron la resistencia del muro.
El trágico accidente se produjo al filo de la 17.15 horas, a las afueras del casco urbano de esta población del interior de Alicante, en la partida del Olivar. En ese momento, los pequeños Xavier, Joan y Jorge decidieron escalar el muro. Xavier encabezaba la ascensión y tras él subían sus dos acompañantes. Apenas encaramados al muro, este se vino abajo. Xavier quedó sepultado por la lluvia de escombros. Mientras, Joan y Jorge lograron eludir los cascotes y solo sufrieron heridas leves. El primero, una contusión en un tobillo; y el segundo, dos pequeñas brechas en la cabeza.
Los restos mortales de Xavier han sido trasladados a San Joan d'Alcant, donde residen habitualmente sus padres.José Luis, propietario de un restaurante situado a menos de 100 metros del lugar del accidente que costó la vida al pequeño Xavier, fue uno de los primeros en llegar, alertado por los gritos angustiados de los pequeños tras el derrumbe. Ayer, apenas era capaz de verbalizar la escena que presenció. Con voz temblorosa, solo acertaba a decir que ayudó a uno de ellos porque el otro "ya estaba muerto".
Minutos después del desplome del muro llegó la madre de la víctima, que también ayudó a rescatar a su hijo de entre los escombros. Según explicó el alcalde, Juan Caselles, el niño quedó sepultado por un alud de escombros. El muro, de piedra seca y con muy poco hormigón, no aguantó el peso de los menores. Se desplomó cuando los niños se encaramaron a la estructura. Xavier se había situado el primero, sus dos amigos iban tras él. Fue precisamente el lugar que ocupaba cada uno lo que finalmente determinó el desenlace. Xavier acabó enterrado por los cascotes y sus amigos, más abajo, lograron esquivar en parte las piedras y se salvaron con heridas leves.
Benigembla, población natal del progenitor y de los abuelos paternos del fallecido, es el retiro familiar durante las vacaciones y fines de semana. Horas después del terrible desenlace, los padres de Xavier, fisioterapeutas de profesión y residentes en Sant Joan d'Alacant, abandonaron el pueblo.
Sus dos amigos de juegos se enfrentaban ayer a la dura noticia. Belinda, la madre de Joan, que sufrió heridas en un tobillo, relató que el niño se encuentra físicamente bien pero inmerso en un fuerte estado de choque. "No recuerda nada de lo ocurrido. Dice que se desmayó", apuntó. Electo Ballester, padre de Jorge, uno de los mejores amigos de la víctima, tuvo que enfrentarse al mismo duro trago. Lo relataba abatido: "Me decía que quería ver a Xavier. Finalmente, le he tenido que decir que su amigo está en el cielo y se encuentra bien". Su hijo lleva un par de puntos de sutura en la cabeza, pero afortunadamente no tiene "nada grave".
A primera hora de la mañana, el repique de campanas resonaba en el silencioso pueblo de Benigembla. Anunciaban el comienzo de la misa, a la que uno a uno acudían los vecinos con semblante serio. "Todos estamos de luto. Todo el pueblo está de luto, porque todos los conocíamos", afirmó una asistente.
Y mientras se celebraba la misa, el alcalde pegaba carteles en la localidad con el decreto de dos días oficiales de luto. En el edificio consistorial se agitaban con el viento las banderas con crespones negros.
En las calles de este pueblo de montaña apenas corren una veintena de niños. Pasará mucho tiempo hasta que los vecinos se sobrepongan a la pérdida de uno de sus pequeños.
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