Peajes en el sueño americano
Abertis busca replicar su nuevo negocio de Puerto Rico en autopistas de EE UU
Abertis prepara la billetera con dólares. La compañía de infraestructuras y telecomunicaciones está saboreando el éxito de la concesión en Puerto Rico, con un canon de 1.136 millones de dólares (830 millones de euros) a la que acudió con Goldman Sachs. Ya piensa en repetir la jugada: en su cartera caben, asegura su consejero delegado Francisco Reynés, "otros dos o tres proyectos como el de Puerto Rico". La empresa quiere que la concesión de dos autopistas en aquel país sea la tarjeta de presentación para diversos territorios del Este de EE UU. Buscan oportunidades con el mismo perfil: autopistas de peaje públicas, que ya estén en funcionamiento desde hace años, y para las que la Administración busque un concesionario.
La firma de infraestructura ha instalado un equipo en Washington
La empresa busca "dos o tres proyectos" como el que ha cerrado en el Caribe
"El negocio de las autopistas en EE UU es nuestra prioridad ahora", insiste una y otra vez Reynés. Y conseguir repetir la operación de Puerto Rico es su objetivo. El concurso, cerrado a finales de septiembre, además del canon concesional, exige 55 millones de inversiones los primeros tres años y otros 400 millones hasta 2050. Abertis controla el 45% de la sociedad gestora, Metropistas, y Goldman Sachs Infrastructure domina el otro 55%. "No nos importa no tener la mayoría, lo que queremos es la gestión", señala Abertis.
La compañía, de origen catalán y controlada por La Caixa, CVC y ACS, ha sufrido muchos cambios en los últimos meses. Para empezar, vendió su participación en la concesionaria italiana Atlantis. Además, se deshizo de su filial de aparcamientos, ahora llamada Saba Infraestructuras. De este modo, soltó lastre para concentrarse en el negocio extranjero, donde se generan más de la mitad de sus ingresos y que le ha servido para compensar la caída del tráfico en España. También en la división de aeropuertos. La empresa opta a hacerse con la gestión del aeropuerto de Barcelona-El Prat, que según anunció el jueves el Gobierno pospone tres meses (estaba previsto para antes de las elecciones del 20 de noviembre).
En Abertis todo son elogios hacia el proceso de Puerto Rico. Para empezar porque creen que el país ofrece una doble ventaja. Por una parte es un Estado libre asociado a EE UU. Se traduce en que, según explica el secretario de Desarrollo Económico del país, José Pérez-Riera, ofrece la seguridad jurídica estadounidense pero una fiscalidad más ventajosa, que permite "que hacer negocios sea un 10% más barato que la media de EE UU". Por otra parte porque según los directivos de Abertis la relación con el Gobierno ha sido modélica. La empresa no es nueva en el país, ya que controla desde 1994 el puente Teodoro Moscoso, una vía de peaje de más de dos kilómetros que cruza la capital.
Para seguir caminando por las autopistas de Estados Unidos, Abertis ha instalado un equipo permanente en Washington que ya trabaja en los posibles concursos que se publiquen en ese país, y otro en Puerto Rico. David Díaz, hasta hace unos meses director general de estrategia y desarrollo de negocios, es ahora el nuevo director general de Autopistas América. Jordi Graells es el nuevo director de Autopistas USA.
Reynés, que a principios de la semana pasada invitó a un grupo de periodistas para que conocieran los activos de Puerto Rico, se reunió el miércoles con Ray LaHood, secretario de Transportes de EE UU y John Mica, congresista y presidente del Transportation and Infrastructure Committee. Ambos son, según Abertis, actores clave en el futuro de los proyectos de colaboración público-privada en suelo estadounidense. La empresa rastrea Ohio, Virginia, Carolina del Norte, Florida, Rhode Island o Connecticut, "los Estados más activos en el desarrollo de proyectos de colaboración público-privada", apunta. Si acuden a concursos, lo harán también con un socio financiero, "que no tiene por qué ser necesariamente Goldman Sachs".
La PR-5 y la PR-22, las dos nuevas vías en manos de Abertis, son las primeras concesiones privadas que lleva a cabo el actual Ejecutivo de Puerto Rico. El elevado déficit con el que contaba el país en 2006 (de más de 3.300 millones de dólares) hizo que el gobernador Luis G. Fortuño pusiera en marcha un plan de equilibrio. Además de incluir un paquete de incentivos para las empresas extranjeras que quieran invertir y un ambicioso plan de desarrollo turístico, el reequilibrio ha pasado por despedir a unos 30.000 funcionarios. También, por sacar a concurso activos públicos, empezando con estas dos autopistas en la capital, San Juan. Preparan también la salida al mercado de escuelas públicas, una prisión y el aeropuerto internacional Luis Muñoz, un concurso para 2012 al que aspira la española Ferrovial.
Para Abertis, el proceso concursal ha sido modélico porque "durante todo el proceso hubo una comunicación fluida". Las autopistas que controlarán durante 40 años casi les han hecho olvidar el mal trago vivido años atrás en EE UU. En 2008, después de arduas negociaciones, Abertis decidió retirar su oferta de 12.800 millones de dólares (unos 8.800 millones de euros) por la autopista de Turnpike en Pensilvania, por "incertidumbres legislativas" surgidas a pesar de que las cuestiones técnicas estaban resueltas. Una inquietud que no han vivido ahora, ya que las cuestiones técnicas y políticas se desarrollaron paralelamente, apuntan.
La fascinación Abertis-Puerto Rico parece mutua. El gobernador de Puerto Rico, que el año que viene se enfrentará a unas duras elecciones marcadas por unas cuentas públicas saneadas en tiempo récord, pero también por los drásticos recortes que esto ha comportado, recibió en privado a Reynés en La Fortaleza, su residencia oficial. "Esto es un matrimonio a 40 años, es muy importante", dijo Fortuño. -
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