El rompehuesos, entre rejas
Ivo el búlgaro y sus 27 supuestos cómplices terminan en la cárcel tras dirigir una empresa de seguridad famosa por solventar los problemas con gran violencia y acaparar los locales de la noche madrileña
"No tenemos que taparnos la cara, porque no hacemos nada malo. Somos gente normal que tiene un trabajo y que solo utiliza la violencia en casos extremos". Son palabras de Beyhan Memzi Rafi, un búlgaro de 35 años más conocido en la noche por Ivo el búlgaro. A su cargo ha tenido a más de 50 porteros que han controlado los locales más influyentes del ocio nocturno madrileño. En los últimos años ha querido mostrar una imagen de persona honrada, que sabe ganarse la vida de forma legal. La policía acabó con ese trabajo en cuestión de segundos a las seis de la madrugada del pasado martes, cuando agentes del Grupo Especial de Operaciones (GEO) le detenían acusado de media docena de delitos, incluido conspiración para el asesinato.
Ivo salió de su país natal muy joven. Tras pasar un año en Estados Unidos recaló en Madrid, donde siempre ha trabajado en la noche. Primero a las órdenes de otros, en Trocadero, en el barrio de Huertas. Pero luego montó su propia empresa, Apolo Check, y fue por los gimnasios reclutando a jóvenes de gran porte, mayores músculos y que no dudaran en sacar a golpes a cualquiera que causara problemas.
"Es un tipo muy peligroso, que no duda en hacer todo lo que esté en sus manos para controlar un bar de copas o una discoteca. En sí, no le interesa lo que gana por estar en la puerta. Su auténtico negocio era el mover droga, en especial, cocaína", relata un mando de la policía madrileña. Los agentes que trabajan en la noche le conocen y prefieren no hablar mucho de él: "Era capaz de denunciar a la competencia para quedarse con todo el negocio".
Los escarceos con la justicia empezaron pronto. Entre el 5 y el 22 de diciembre de 2007, un juzgado de Gandía (Valencia) dictó una orden de búsqueda y captura contra él. Se le acusaba de dirigir una organización delictiva que secuestró, amenazó e hirió de gravedad a un compatriota suyo. Fue el propio acusado el que se presentó voluntariamente y, tras ser interrogado, fue puesto en libertad con cargos.
La publicación de su supuesta historia de extorsiones y el proceso de Gandía le costaron que su anterior esposa abortara y después le pidiera el divorcio, cuando tan solo llevaba cuatro meses casado, según afirma Ivo. Ahora había rehecho su vida y de nuevo su pareja se había quedado embarazada. Una de las veces que más se le vio fue con motivo del asesinato de su lugarteniente, Catalin Stefan, Cata, el 12 de enero de 2009.
Ivo estuvo ante de la discoteca Palace en un segundo plano, casi escondido. Alrededor de él para protegerle tenía cuatro bigardos vestidos de oscuro, que estaban a sus órdenes. "Así es como nos ganamos la vida nosotros. Nos jugamos el tipo todos los días y encima nos tienen por delincuentes. Ponednos bien, porque no tenemos ninguna culpa de lo que ha pasado", afirmó a este periódico mientras miraba el cadáver de su compañero. "Nunca he tenido problemas serios con la policía. Siempre contratamos a gente muy profesional, que tenga más de 30 años para evitar problemas. La diferencia entre un chaval de 25 años de gimnasio y otro mayor es muy importante para evitar problemas", añadió.
Lo que no dijo Ivo es que detrás de esa muerte, en la que también falleció un relaciones públicas de la discoteca, estaba la venta de drogas en los locales del centro de la capital. Eso es al menos lo que piensa la policía, que ahora le ha detenido. "Es una persona conflictiva y peligrosa que no duda en usar sus puños o todo lo que tenga a su mano", explican fuentes policiales. De hecho, a su grupo de colaboradores les llaman los rompehuesos. Ivo siempre ha negado esta etiqueta: "No somos ángeles, pero tampoco asesinos. Utilizamos la violencia que solo es necesario para garantizar la seguridad de nuestros clientes", afirmaba en un perfecto castellano.
La que no está de acuerdo con ese perfil de niño bueno es la policía que lleva dos y medio detrás de Ivo y su organización. La operación desarrollada por el Grupo XVI de la Brigada de Policía Judicial de Madrid y la Unidad de Delitos Violentos (UDEV) de la Comisaría General. Estos agentes han revelado un complejo entramado que incluye el cobro de extorsiones, peleas por venganza y hasta un conglomerado de sociedades mercantiles para lavar el dinero procedente de la venta del estupefaciente. Está imputado incluso un abogado con despacho en la calle de Mejía Lequerica, que ha pasado cuatro meses en prisión preventiva.
"Aún nos quedan bastantes flecos. Puede que haya una segunda fase y que tengamos más detenidos", relata un mando policial. Los agentes decomisaron en los diferentes registros cinco kilos de cocaína, 50 pastillas de éxtasis, cristal, tres escopetas y cuatro armas cortas simuladas, además de 10.000 euros en efectivo. Entre los 28 detenidos, acumulan más de 300 delitos. Todo un récord, según los investigadores.
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