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El proceso que avergüenza a Europa

Un proceso con fines propagandísticos que avergüenza a Europa acaba de tener lugar en Kiev. El presidente democráticamente elegido, Víktor Yanukóvich, ha permitido que la ex primera ministra Yulia Timoshenko fuera a juicio por decisiones tomadas durante su ejercicio del cargo. El pasado martes, Timoshenko fue sentenciada a siete años de cárcel tras protagonizar uno de los abusos más absurdos del sistema judicial en un país que dice ser una democracia y que está llamando a las puertas de Europa.

Todos los políticos recién llegados al poder culpan a sus predecesores de todos los males.

En Reino Unido, David Cameron culpa a Gordon Brown por todas las leyes y decisiones que tomó y por todos los problemas que el país sufre ahora. En Rusia, Vladímir Putin todavía acusa a Gorbachov y a Yeltsin por las dificultades actuales de ese país. En Estados Unidos la política está totalmente polarizada. Leer los comentarios de los centroizquierdistas sobre George W. Bush o de los republicanos sobre Obama es exponerse a imágenes de líderes políticos corrompidos y de Gobiernos malignos y casi criminales.

Las diferencias políticas deben resolverse en las urnas, no en los tribunales como en Ucrania

Por esta razón, las políticas democráticas son una válvula de seguridad. Permiten que el odio y la antipatía sean desviados a las urnas electorales.

¿No le gusta Yulia Timoshenko y piensa que fue un desastre para Ucrania, que malvendió el gas ucranio a Rusia? No hay ningún problema. Vote por Yanukóvich. Eso es exactamente lo que han hecho los ucranios tirando a Timoshenko a la basura de la historia.

Pero ahora Víktor Yanukóvich ha logrado lo que parecía imposible. Ha convertido a una de las políticas más controvertidas y polémicas en una nueva Juana de Arco europea, llevándola a un juicio que el mundo ve como un acto de venganza de los nuevos líderes ucranios.

La relación entre dinero y política, entre oligarcas y líderes políticos, no es nueva en Ucrania. Todos los oligarcas ucranios son dueños de cadenas de televisión. Incluso Valery Khoroshkovsky, líder del SBU, el servicio de seguridad estatal, es dueño de las emisoras de televisión Inter.

Como el general De Gaulle en la Francia de los años sesenta, quien sea presidente de Ucrania debe asegurarse de tener a las televisiones de su lado. Los oligarcas se adaptaron a Víktor Yushenko y ahora se están asegurando de facilitar el camino a Yanukóvich.

Aun así, Ucrania es el único país europeo en el que una primera ministra ha sido llevada a juicio por actos cometidos durante el tiempo que estuvo en el cargo.

El año que viene, Ucrania y Polonia serán los anfitriones de la Eurocopa 2012, el campeonato de fútbol que produce tantas noticias como las olimpiadas de Londres. Pero es difícil imaginar que la Eurocopa 2012 transcurra sin problemas políticos o diplomáticos si Yulia Timoshenko es encarcelada. Se debería hacer todo lo contrario: permitir que continúe con su vida política y que sea juzgada en el tribunal de la opinión pública, en lucha abierta con los actuales gobernantes.

Todo esto es vergonzoso para el compañero de Ucrania en la Eurocopa 2012, Polonia, que ha tenido que mandar a su presidente, Bronislaw Komorowski, a ver a su homólogo en Kiev para rogarle que ponga fin a este juicio propagandístico.

Es difícil imaginar cómo un acuerdo con la Unión Europea puede ser firmado sin dificultades mientras Kiev niega uno de los valores fundamentales de la democracia europea, la idea de que es en las urnas, y no en los juzgados, donde los políticos resuelven sus diferencias.

Ucrania se plantea modificar su Código Penal eliminando los artículos utilizados para procesar a Yulia Timoshenko. Esta reforma tendría que ser inmediata, a la par que Timoshenko debería ser liberada para que así Ucrania pudiera ser considerado como un país europeo en el que la cultura de la democracia arraiga de forma permanente.

La Unión Europea celebró recientemente su conferencia sobre la Asociación Oriental en Varsovia. Los resultados fueron insustanciales dado que la UE ha perdido el deseo y la voluntad de asumir riesgos, permitiendo a países tales como Ucrania y Georgia comenzar el camino -tan largo como sea- de acceso a la Unión Europea.

La ampliación de la UE ha perdido ímpetu. Mientras la crisis económica azota Europa, tanto la eurozona como países fuera del euro, es difícil ver algo que aliente a los modernizadores ucranios y a los demócratas de estilo europeo a demostrar energía y compromiso.

Pero Ucrania no debería hacerse daño a sí misma con la culminación de este juicio kafkiano. Es en las urnas donde la venganza contra los políticos debe tener lugar, no en los tribunales.

Denis MacShane es diputado laborista británico y excomisario europeo.

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