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Columna
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Machotes

Sospecho que Hollywood se está relamiendo con el juego que le van a dar los asesinatos selectivos de demonios con turbante, con la demorada venganza contra los villanos que planificaron la masacre de tantos inocentes el 11-S. Hubiera estado muy bien que el inmenso poder de Estados Unidos se concentrara exclusivamente después de aquella barbarie en cazar a Bin Laden y a esos kamikazes convencidos de que la muerte de los infieles y la suya propia sería recompensada eternamente con los ríos de leche y miel y las huríes del Paraíso, en vez de inventarse trolas que justificaran la devastadora conquista de Irak exterminando civiles en una proporción de cien por uno respecto a los muertos en las Torres, al estilo del Gran Israel con la quejumbrosa chusma palestina.

Me apetece mucho ver esas películas si los guiones son sólidos y las dirigen verdaderos profesionales. Incluso trato de imaginar el reparto. Qué suspense, qué ritmo, qué emoción intuyo siendo espectador de los planes de esas fuerzas especiales, esos héroes, esos justicieros, para cargarse al Mal, a Bin Laden, a Al Awlaki, a Al Zawiri (todo llegará), a todos los jefes yihadistas.

Y celebras que haya centuriones tan cualificados para librarnos a los ciudadanos del peligro. Y que existan en todos los países democráticos. Incluida España. Y Cataluña. Te enteras de que allí le encargaron a 50 soldados de élite, conocidos como Mossos d'Esquadra, que abortaran una amenaza presuntamente salvaje. Nada menos que seis terroristas que habían ido a entregarse al juzgado al saber que el peso de la ley les había identificado. Habían cometido algo tan intolerable como indignarse con la clase política, rodear hace meses el Parlamento catalán e insultar a sus honorables moradores, expresar a gritos su asco hacia los banqueros y los políticos, sus siempre fieles y bien pagados chicos de los recados.

No hay datos de que la indignada escoria fuera armada. A no ser que sus airadas bocas contengan armas químicas o de destrucción masiva. Y debían de estar tan acojonados que fueron a entregarse antes de que los trincaran. Pero nunca se sabe. Seguro que el fastuoso despliegue de 5O hombres de Harrelson para acorralar a los seis temibles subversivos tenía sentido.

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