Francia y Bélgica negocian contra reloj sobre Dexia
Un fondo de Catar está dispuesto a adquirir la filial de Luxemburgo
La crisis de Dexia se acelera. El grupo financiero franco belga sufrió ayer nuevos tropiezos que agravaron su situación. La cotización fue suspendida en los mercados bursátiles a petición de la Autoridad de Servicios y Mercados Financieros tras conocerse que un fondo inversor de Catar estaba interesado en adquirir su filial, Dexia, Banque Internationale à Luxembourg por unos 900 millones de euros. En el momento de la suspensión (que se mantendrá hasta el lunes), los títulos de Dexia perdían un 17,24%, que se suma a la caída del 22% de la jornada anterior. En ese momento, Dexia cotizaba a 0,845 euros. Fuentes financieras indicaban que ayer continuó la retirada de depósitos de la entidad que ya asciende a 1.000 millones de euros.
El Gobierno belga mantuvo una reunión de urgencia por la mañana de un reducido grupo de sus miembros para analizar la situación y mañana se reunirá en París el consejo de administración del banco. La crisis de Dexia es el exponente más vivo de las dificultades de capitalización que padecen importantes bancos europeos, que el FMI y otros analistas independientes cifra entre 100.000 y 230.000 millones de euros. La canciller alemana, Ángela Merkel, y el presidente del Comisión Europea, José Manuel Barroso, apremian por una coordinación de las recapitalizaciones que sean necesarias.
Los Gobiernos implicados están negociando ahora contra reloj la constitución de "un banco malo" al que el grupo financiero vendería unos 95.000 millones de bonos, incluyendo una parte de la deuda soberana, y unos 7.000 millones de activos respaldados por hipotecas de Estados Unidos.
El problema radica en cómo se reparten los costes del segundo salvamiento de la entidad, que en 2008 corrió a cargo de las instituciones públicas belgas en un 60%. En este sentido, el primer ministro en funciones belga, Yves Leterme, manifestó que deseaba un "reparto justo de la carga" de las futuras ayudas. Las negociaciones por parte de Bélgica serán llevadas a cabo por el Ministro de Finanzas, Didier Reynders, quien aseguró "que no queremos estar solos en la solución".
Dexia, una entidad que actualmente cuenta con unos activos de unos 518.000 millones de euros y 35.185 empleados, la mayor parte en Bélgica (13.285), fue uno de los bancos europeos que precisó mayores ayudas públicas en 2008 para evitar la quiebra. En noviembre de aquel año, los Gobiernos de Bélgica, Francia y Luxemburgo acordaron una inyección de capital de 6.200 millones de euros, unas garantías de 150.000 millones y una línea de liquidez de 13.000 millones para adquirir activos dañados. A raíz de la intervención, el Estado federal belga es propietario del 5,7% del capital, las tres regiones belgas controlan otro 5,7% y un paquete igual está en manos de Estado francés.
La crisis de la deuda griega y de otros países con problemas en los que Dexia tiene una exposición de 21.800 millones de euros y la sequía del mercado interbancario, del que el banco depende en mayor proporción, agravaron sus dificultades.
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