Una ola que estalla en Glasgow
Visita al Museo del Transporte proyectado por Zaha Hadid en la orilla del Clyde
La aparición del Riverside Museum (www.glasgowmuseums.com) en la escena cultural de Glasgow ha revitalizado un margen de la ciudad que permanecía olvidado. El edificio despliega un espacio que va a dar mucho que hablar. Al más puro estilo del Guggenheim Bilbao, esta obra de Zaha Hadid (Lady Zaha, según la apodó el crítico de The New Yorker en referencia a Lady Gaga) podría ejercer de llave de renovación de la ciudad escocesa. Un edificio cuyas líneas hacen trizas la monotonía y que multiplica el protagonismo del río Clyde al verse reflejado en su acristalada pared de espejos.
Emplazado en un punto de referencia del antiguo esplendor industrial y marítimo de la ciudad, donde confluyen los ríos Clyde y Kelvin, el edificio aparece estructurado en complejas geometrías y visto desde el otro lado del río estalla como una ola en un muelle. Sí, parece un gigantesco derrame de cristal y zinc con forma difusa, garabateada, inconcreta... Sin embargo, bajo la apariencia explosiva que suscita la forma, la calidez interior atrae a la luz de tal forma que lo hace extraordinariamente hospitalario. Su disposición espiral añade atractivo para el visitante, que no se cansa de recorrerlo. Se agradece la facilidad para entrar y salir y, por supuesto, como es habitual en Glasgow, que sea gratuito. Tiene un área de exposición de 7.000 metros, una placentera cafetería desde donde disfrutar del río, tiendas y zona abierta.
El edificio lleva la inconfundible firma de la arquitecta iraquí, brillante diva que nuevamente apuesta por una estructura baja y atrapa con dos fachadas impactantes que luego contrastan con la aparente sencillez del espacio expositivo.
El Riverside llega para sumarse al otro gran referente arquitectónico, la School of Arts de Charles Rennie Mackintosh, que el viajero hará bien en visitar porque es una obra maestra de la arquitectura. Por nada del mundo puede perderse la visita a este deslumbrante edificio de Mackintosh, que conjuga la creatividad, la belleza y la utopía de lo perfecto.
En el nuevo Museo del Transporte de Zaha Hadid, los orígenes de la colección se remontan a 1860, cuando Glasgow era una boyante ciudad industrial que se ganaba a pulso una reputación de taller del mundo. Para proteger ese talento ingeniero, la ciudad abrió las puertas del City Industrial Museum en 1870 en Kelvingrove, donde se exponían modelos de la Glasgow textil, industrial y manufacturera. A partir de esa colección y con ese espíritu, se inauguró en 1964 el primer Museo del Transporte en Albert Drive. Y posteriormente, en 1987, se trasladó al edifico Kelvin Hall, donde alcanzó notable popularidad y donde ha estado hasta ahora.
La magnífica colección de antiguos medios de transporte y tecnología ha resistido el paso del tiempo sin dejar de llamar la atención del público. Coches de rallies, tranvías, motos, barcas, monopatines, bicicletas, locomotoras... se dan cita en el interior del Riverside para transportar al espectador al Glasgow de 1890. Se recrean calles antiguas (especialmente Main Street) en las que sidecares y carrozas esperan a que su dueño abandone la sastrería Devine's Gown & Mantles o el Pawn Broker café.
Es común entre los habitantes de Glasgow bromear acerca de su tendencia por apelotonar. Hay quien dice que sus museos son espejo de su temperamento, un tanto desordenado. Dentro del nuevo Riverside se descubre que hay bastante de razón en ello: el instinto por amontonar guarda relación con el antielitismo de la ciudad, muy obrera, sufrida y escéptica ante cualquier intento de alcanzar la perfección. Por momentos no se tiene la sensación de estar en un museo sino más bien en una feria de antigüedades. El edificio de Hadid es como ese papel de regalo que el niño rompe a toda prisa para dar cuanto antes con su coche favorito: poderosa arquitectura contemporánea que envuelve una poderosa exposición de reliquias.
» Use Lahoz es autor de la novela La estación perdida (Alfaguara).
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