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4.800 alevines para salvar la anguila

Humedales de Cádiz se convierten en el bastión de esta especie en peligro crítico

La población de angulas ha disminuido un 98% en el bajo Guadalquivir en 30 años. Hace tres décadas se comercializaban en la zona 40 toneladas de este manjar, frente a los apenas 300 kilos que se vendieron hace un año. El cambio climático y, sobre todo, la acción del hombre han esquilmado esta especie, en peligro crítico de extinción, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).

La Consejería de Medio Ambiente quiere recuperar en el medio plazo los niveles de población de antaño con un triple fin: impedir el ocaso de este pez, iniciar la regulación de su pesca y salvar un alimento singular en Andalucía. La medida más contundente se adoptó en noviembre de 2010. La Junta aprobó una moratoria de 10 años en la captura de anguilas (en cualquiera de sus tamaños) bajo sanción de 60.000 euros para el que se salte la veda.

Decretada la prohibición de pesca entre Trebujena (Cádiz) e Isla Mayor (Sevilla), los científicos hacen el resto. Se afanan en multiplicar la escasísima población que se ha salvado.

Medio Ambiente ha liberado 4.800 alevines de anguila en humedales de la provincia de Cádiz. En esas lagunas van a permanecer, de manera controlada, siete años. Una vez que los angulones alcancen su madurez (desde 30 centímetros en el caso de los machos hasta un máximo de 130 las hembras) serán capturados para su puesta en libertad en el estuario del Guadalquivir.

Todavía con la moratoria en vigor, los ejemplares en edad de reproducir podrán migrar hacia el mar de los Sargazos (a 6.000 kilómetros de la costa española, en mitad del Atlántico). Allí desovan y mueren, mientras que las crías, las preciadas angulas, regresan de nuevo al Guadalquivir.

El consejero José Juan Díaz Trillo se muestra optimista y confía en recuperar la especie, al menos en un porcentaje notable, en 10 años. Para conseguirlo, los casi 5.000 angulones liberados no serán suficientes. En los próximos meses hará falta la suelta de miles de peces más procedentes del Centro de Especies Autóctonas de los Villares (Córdoba), adscrito a la consejería.

Al margen de los recursos que emplee la Administración para salvar la anguila, la colaboración del hombre es fundamental. La pesca furtiva hace añicos cualquier plan de conservación y por eso el consejero pide "la colaboración de todos para que desaparezca radicalmente la pesca ilegal".

El empleo de artes de pesca ilícitas, como las redes mosquiteras, amenazan otras 134 especies del bajo Guadalquivir. Por cada kilo de angula que capturaba un riachero se esquilmaba una media de 66 kilos de otras especies.

El ocaso de la angula se ha escrito desde hace tres décadas. Entonces había tantas en el bajo Guadalquivir que se sacaban en cubos porque las redes no aguantaban el peso. Los pescadores del bajo Guadalquivir tuvieron el oro y volaron la mina. Una vaga legislación al respecto consintió el abuso durante años, que ahora se pretende frenar.

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