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Crónica:ATLETISMO | Maratón de Berlín
Crónica
Texto informativo con interpretación

Gebre ayuda a derribar su récord

Antes de retirarse, el etíope empuja al keniano Makau hasta una nueva plusmarca: 2h 3m 38s

Carlos Arribas

Como los grandes, generoso como ninguno, Haile Gebrselassie, viejo león herido, 38 años, contribuyó ayer en su Berlín a que un jovencito keniano, Patrick Makau, de 26 años, batiera su récord del mundo de maratón. Precedido por un espléndido grupo de liebres hasta el kilómetro 32 y empujado por un irredento Gebre, que corrió por encima de sus posibilidades, hasta que el cuerpo le dijo basta en el kilómetro 27. Se dobló sobre sí mismo, víctima evidente de malestar estomacal, e intentó vomitar, con escaso éxito, sobre un seto. Volvió a correr, pero 10 kilómetros más tarde abandonó definitivamente. Habían pasado la media maratón en 1h 1m 43s (el paso más rápido de la historia, 22s menos que en el último récord de Gebre). Terminó Makau, solo, claro, en 2h 3m 38s, 21s menos que el récord anterior, conseguido por Gebre, también en Berlín, la ciudad en la que se han batido cinco récords mundiales de la distancia, en 2008.

Con ser nuevo récord y un paso decidido hacia la barrera de las dos horas y tres minutos, las 2h 3m 38s de Makau no son, sin embargo, el maratón más rápido de la historia, ni siquiera el del año. La pasada primavera, en Boston, beneficiándose de un fuerte viento a favor, dos kenianos, Mutai y Mosop, corrieron en los inverosímiles tiempos de 2h 3m 2s y 2h 3m 6s, respectivamente. Las marcas, sin embargo, no fueron homologadas ya que el recorrido de Boston, 42,195 kilómetros entre salida y llegada casi rectilíneos, no cumple con el requisito de que la llegada y la salida no estén situadas en el mapa a menos del 50% de distancia de la longitud total del maratón, es decir, que no es un circuito con ida y vuelta, en el que el viento no sople en el mismo sentido todo el tiempo.

El nuevo récordman es Makau, uno de tantos talentos kenianos que comenzó a correr de niño para huir de la pobreza extrema en que vivía y que después de varios años machacándose en carreras de 10, 20 kilómetros y medios maratones por todo el mundo se pudo permitir ser más selecto, correr menos y mejor, dedicarse a pleno tiempo al maratón. Debutó en la distancia a los 24 años en Rotterdam en 2009, y lo hizo ya con una gran marca, 2h 6m 14s. Fue el comienzo de una fulgurante carrera que en 2010 le vio ganador de Rotterdam (2h 4m 48s, la cuarta mejor marca de la historia) y Berlín por primera vez. En este 2011 ya había quedado tercero en Londres.

Es la historia de una estrella ascendente que ilumina una nueva era y que se ha cruzado poco antes de la Kudam con la trayectoria hacia el ocaso de Gebrselassie, el príncipe de Asturias, el mejor corredor de fondo de la historia, quien intentaba desesperadamente lograr una marca que le permitiera participar el próximo año en los Juegos de Londres.

Su empuje fue fundamental para el éxito de Makau y suicida para él. Era el primer maratón en que competía Gebre después de su abandono, lesionado en una rodilla, en su debut en Nueva York el pasado otoño. Acabó entonces tan decepcionado que en un arrebato anunció que se retiraba. Unas semanas después cambió de opinión. Se apuntó al maratón de Tokio, pero renunció a última hora con dolor de espalda. Este año apenas había competido en carretera, y nada en pista. Su último maratón completado se remonta a enero de 2010. Sus posibilidades de correr en Londres y su futuro como atleta son ahora una incógnita, no así su grandeza.

Gebrselassie, a la izquierda, y Makau, ambos de verde, ayer durante el maratón de Berlín.
Gebrselassie, a la izquierda, y Makau, ambos de verde, ayer durante el maratón de Berlín.FABRIZIO BENSCH (REUTERS)

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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