Irán libera a los dos estadounidenses acusados de espionaje
El Gobierno de Irán liberó ayer, alegando razones humanitarias, a dos ciudadanos norteamericanos a los que detuvo cerca de su frontera con Irak en julio de 2009 y que en agosto pasado fueron condenados a ocho años de prisión por espionaje y por entrada ilegal en el país, aunque ambos rechazaron esas acusaciones. La excarcelación se produjo en el marco de la visita del presidente Mahmud Ahmadineyad a Estados Unidos, donde participa en la Asamblea General de Naciones Unidas, y después de que el poder judicial, independiente del Gobierno, le reprobara por anunciarla.
Los dos estadounidenses, Shane Bauer y Joshua Fattal, de 29 años ambos, fueron liberados después de pagar una fianza de 500.000 dólares (364.000 euros) cada uno. El Gobierno de Omán se encargó de efectuar el pago. En 2009, Bauer y Fattal se hallaban de excursión por los montes fronterizos de Irak cuando, según su versión de los hechos, entraron por error en territorio iraní y fueron arrestados. Junto a ellos fue detenida y condenada Sarah Shourd, también norteamericana, de 33 años, que fue liberada el año pasado tras pagar la misma fianza y después de que se le detectaran células cancerígenas mientras estaba en prisión.
El presidente Ahmadineyad avanzó la semana pasada que liberaría "por razones humanitarias" a los dos norteamericanos. Aquello le granjeó las críticas del poder judicial, que le desautorizó públicamente. El rifirrafe político fue un episodio más en el reciente distanciamiento entre Ahmadineyad y el líder supremo de la revolución, el ayatolá Alí Jamenei, de quien, en última instancia, depende el poder judicial.
Después de días de confusión sobre su destino, los dos detenidos abandonaron en la tarde de ayer la prisión de Evin, en Teherán, y fueron trasladados al aeropuerto por un convoy diplomático con miembros de las delegaciones diplomáticas de Suiza y Omán. Desde la capital iraní volaron a Muscat, capital de Omán, ya libres después de más de dos años de encarcelamiento.
A pesar de su condena, el poder judicial de Irán nunca presentó pruebas convincentes que demostraran que ambos hombres eran en realidad espías de EE UU. Tanto las Naciones Unidas como Amnistía Internacional pidieron en reiteradas ocasiones su liberación, defendiendo que los motivos de su arresto y condena habían sido políticos.
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