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El agravamiento de la crisis

Bernanke canjea 300.000 millones de deuda para estimular la economía

La Reserva Federal compra títulos a largo plazo para mantener tipos reducidos

La Reserva Federal movió ficha. Y lo hizo recurriendo a una vieja arma para seguir apoyando el crecimiento sin que se le dispare la inflación. Un complejo equilibrio que pretende conseguir dando más peso en su balance a los bonos a largo plazo e incentivar así los préstamos. Una medida valorada en 400.000 millones de dólares (293.000 millones de euros) que se espera esté completado antes de que acabe junio de 2012. Wall Street se hundió tras el movimiento de la Fed. El Dow Jones cerró con una caída del 2,49%.

Había muchas incógnitas por aclarar en esta reunión. Queda claro que la compra masiva de deuda se queda en el arsenal para caso de extrema necesidad. En su lugar aprieta el gatillo de un arma con un efecto más neutral y que le permite dar un giro a la manera en la que invierte la Reserva Federal, cambiando deuda inferior a tres años por activos a seis y 30 años, un tipo de operación conocida como twist.

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Con esta reestructuración en la composición del balance, la Fed logra mantener a la baja la perspectiva de tipos. Y a la vez apuntala la medida con un lenguaje en su comunicado en el que reitera que el precio del dinero continuará excepcionalmente bajo hasta el verano de 2013. Pero una vez más, la maniobra se vio minada con el voto de tres disidentes, que no ven justificada la intervención.

El momento en el que se produjo el encuentro de dos días de la Fed era crítico, con voces pidiendo a los bancos centrales de todo el mundo algo más que vigilar la marcha de la economía. El problema es que los indicadores se deterioran y los instrumentos más efectivos, como la rebaja tradicional de tipos, ya están desplegados y al límite de su capacidad.

Otra de las cuestiones es si la discusión en el seno de la Fed iba a acabar delimitando también algún tipo de objetivo preciso para la inflación y el paro, que sirviera de guía al mercado para anticipar un cambio de estrategia. De momento, opta por mantener intacto el balance en 2,8 billones.

Con esta "gran tirita" se pretende en la práctica incentivar la revisión de las hipotecas y animar a los inversores a adquirir bonos corporativos. Eso le permite, a la vez, ganar tiempo para ver cómo progresa la economía, el mercado laboral y la inflación. Ben Bernanke, el presidente del banco central de EE UU, ya había dicho que estaba listo para actuar.

Junto al ajuste en el balance, la Fed presentó un plan para comprar activos de deuda hipotecaria con activos que van madurando. En ambos casos, justificó la acción admitiendo que los riesgos a la baja para el crecimiento son "significativos". Y es que EE UU se enfrenta a dos años con tipos de interés cerca de cero y una tasa de paro superior al 8%.

Pero la Reserva Federal también es consciente de que la inflación no está muy lejos del nivel que le hace sentir cómoda y reitera que cualquier maniobra se ejecutará preservando la estabilidad de precios. Otra de las opciones, antes de reactivar la máquina de hacer dinero para comprar más deuda, pasaría por reducir o eliminar el tipo de interés que paga a los bancos comerciales por las reservas que tienen en la Fed, del 0,25%. Eso también ayudaría a incentivar los préstamos.

Con las decisiones de ayer, la Fed manda una clara señal a Washington para que hagan su parte. Bernanke tiene que maniobrar en un clima político de confrontación a un año de las presidenciales. En la víspera de la decisión, los líderes del Partido Republicano mandaron una carta a la Fed pidiéndole que se abstenga de intervenir en la economía, y que deje que el consumo y la innovación actúen como motores.

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