La temporada más alta

La vigésima edición del Festival de Tardor de Catalunya Temporada Alta arranca el 30 de septiembre con más montajes que nunca. Un total de 94 espectáculos (18 más que el año pasado) procedentes de 19 países ocuparán 17 espacios de Girona y Salt durante dos meses y medio (hasta el 11 de diciembre). Su director, Salvador Sunyer, define esta edición como "la última de la normalidad", y es que este año finaliza la aportación del programa de cooperación de la Unión Europea Interreg, que supone algo más del 20% del presupuesto (2.631.540 euros).

Algunos espectáculos ya se han visto en Barcelona: la estupenda puesta en escena de Luces de bohemia a cargo de Oriol Broggi; Conseqüències del pim pam, de Xavier Pujolràs, que acaba de abrir temporada en la sala Muntaner; el delicioso Delicades, de Alfredo Sanzol, con T de Teatre; el recital poético Desaparecer, de Calixto Bieito, con Maika Makovski y Juan Echanove; el priestley Truca un inspector de Josep Maria Pou; MAD, de Ferran Dordal y Álex Serrano, uno de los más interesantes del último Radicals Lliure, y el exitoso musical infantil Gerónimo Stilton, de Àngel Llàcer.

La programación internacional es de las más potentes de Europa

Salvador Sunyer define esta edición como "la última de la normalidad"

Otros irán a la capital catalana después de estrenarse en el festival. Es el caso del montaje inaugural, Un fràgil equilibri, pieza de Edward Albee que dirige Mario Gas, sobre las complejas relaciones familiares y de amistad de la clase acomodada; el recital Sagarra dit per Rosa Maria Sardà; el montaje circense Ï, de Blai Mateu, estrenado en la Fira Trapezi de Reus; Els jugadors, de Pau Miró, una apuesta por el juego de las relaciones humanas, con Andreu Benito, Jordi Boixaderas, Jordi Bosch y Boris Ruiz; Els urinaris públics europeus, lo último de Carles Santos; la última obra del británico Martin Crimp, La ciutat, dirigida por Víctor Muñoz i Calafell, sobre los devastadores efectos de la crisis económica, y Canigó, la adaptación actualizada de Antonio Calvo del célebre poema de Verdaguer, con Lluís Soler.

¿Cuándo hay que desplazarse a Girona sin excusas? Pues con la programación internacional, toda sin excepción. Uno de los aciertos de Temporada Alta es su fidelidad a una serie de grandes directores escénicos extranjeros que, con los años, se han convertido en creadores de referencia del festival y en citas imprescindibles para el espectador. El polaco Krystian Lupa, por ejemplo, es el que lo ha frecuentado más. A primeros de noviembre vuelve con Waiting room.0, una pieza experimental que parte de la novela del sueco Lars Norén The human circle 3.1, protagonizada por un grupo de marginados sociales que se reúnen en una plaza de Estocolmo. Lupa traslada la plaza a la sala de espera de una estación de tren en medio de la nada e improvisa con 15 intérpretes muy jóvenes que encarnan a los viajeros que han de pasar la noche en ella. Otro clásico es el suizo Christoph Marthaler, que tiene tantos fans como detractores. Els viatges de Lina Bögli, un espectáculo de 1996 que ahora remonta, está basado en las cartas que una maestra suiza escribe a una amiga imaginaria, en las que narra sus aventuras por los países exóticos que visita en su huida de un amor imposible. Más asiduos: los argentinos Ricardo Bartís y Daniel Veronese. El primero presenta El box, un montaje con el que vuelve al deporte, el boxeo, para interrogarse sobre la identidad de su país. Veronese completa la trilogía chejoviana con Los hijos se han dormido, su lectura de La gaviota. También vuelve Propeller, de Edward Hall, la compañía inglesa que monta shakespeares solo con hombres y que en esta edición llega con Henry V. El polifacético artista flamenco Jan Fabre presenta otro solo de danza teatro, Preparatio mortis, sobre la muerte como motor de sueños y deseos. Aurélia Thierrée y Victoria Thierrée Chaplin, tras cuatro años de gira por el mundo con L'oratorio d'Aurélia, arrastran al espectador a un nuevo universo fantástico con Murmures des murs. El rey del teatro gestual y del humor Patrice Thibaut también repite en el festival, ahora con Jungles, su visión de la animalidad de la condición humana, espectáculo con el que se clausurará la edición.

Los que debutan en el festival son los belgas Peeping Tom, la compañía de danza que nos sorprendió hace unos años con Le salon (Mercat de les Flors), y lo hacen con A louer, un periplo por la imaginación cuando esta escapa del tedio. Los canadienses Les 7 Doigts de la Main, los enérgicos jóvenes de Traces (Tívoli y Mercat de les Flors 2009), también se estrenan en Temporada Alta con un nuevo montaje circense para todos los públicos, Psy. Otro debutante a quien también conocemos es el lituano Oskaras Korsunovas, el director del precioso Romeo & Juliet (Festival Shakespeare, 2006) y del inquietante Hamletas que disfrutamos unos cuantos en Mataró como plato fuerte de la programación del mismo festival el año pasado. Miranda, su versión de La tempestad, tenía que inaugurar el Festival Shakespeare de este verano, pero como el Ayuntamiento de Mataró suspendió el evento a última hora y de tan mala manera, Sunyer lo ha repescado para su fortuna, ¡y la nuestra!

Completan la programación extranjera tres compañías totalmente nuevas para nosotros: la prestigiosa Maly Drama Teatr de San Petersburgo, dirigida por Lev Dodin, con nada menos que un chéjov: Oncle Vània; la última revelación del teatro argentino, Romina Paula, y los integrantes de El Silencio con una versión libre de El zoo de cristal, de Tennessee Williams, titulada El tiempo todo entero, y el colectivo mexicano Lagartijas Tiradas al Sol, considerado recientemente como otra revelación internacional, con El rumor del incendio, un documental escénico que aboga por la resistencia y la insurrección.