Tipos que importan
Han pasado 557 años desde que Johannes Gutenberg inventó la imprenta basada en los tipos móviles con la que editó su famosa Biblia de 42 líneas. Desde que ese primer libro fue impreso en la letra Textura, unos horribles tipos góticos angulosos, agresivos y poco legibles -más cercanos a la caligrafía que imitaba que al concepto moderno de tipografía-, hasta el actual código Unicode 5.2.0, un código digital que contiene todos los caracteres de todas las culturas gráficas y sus sistemas simbólicos y que hoy reúne 107.296 caracteres distintos, la tipografía no ha parado de renovarse hasta reinventarse por completo en la era digital.
El Manual de tipografía de Giambattista Bodoni de 1818, editado espectacularmente por Taschen, no es solo un clásico de la tipografía universal sino una especie de Biblia de la impresión de todas las épocas. La edición está a cargo de Stephan Füssel, director del Instituto de Historia del Libro de la Universidad Johannes Gutenberg de Maguncia, responsable de la digitalización -realizada en la Biblioteca de la Universidad de Gotinga- del ejemplar conservado en la Biblioteca Estatal de Berlín y del ensayo adjunto. El libro salió a la luz en Parma en 1818, cinco años después de la muerte de su autor y gracias a los esfuerzos de su esposa Paola Margherita Bodoni. Se trata de un catálogo tipográfico para el que Giambattista diseñó y fundió casi todos los tipos personalmente. "Sepan", decía en la introducción, "que se precisa tallar 400 matrices para completar un solo tipo de letra latina, 756 para el árabe, 1.132 para el malabar, 550 para el etíope...". Sin amilanarse ante semejante trabajo presenta en el Manuale tipografico nada menos que 142 tipos romanos redondos, con sus cursivas y mayúsculas correspondientes, 17 caracteres cancillerescos y financieros, 7 ingleses, 34 griegos, muchos otros de diversos hebreos, caldeos, sirios, árabes, coptos, arameos, etruscos, fenicios, púnicos, de Palmira, cirílicos, ilirios, góticos de Ulfila, georgianos, tibetanos, brahmánicos, malbaricos, alemanes y rusos, junto con signos astronómicos, matemáticos, de álgebra y geometría. A esto le añade partituras musicales e infinidad de ornamentos, cenefas, orlas y elementos decorativos. Y, por supuesto, toda una industria de fundición de tipos detrás, dispuesta para venderlos a los mejores impresores del mundo.
Pero el libro contiene también su introducción a las bases del buen diseño tipográfico. Deudor de la obra del divino veneciano Aldo Manucio (1449-1515), del francés Claude Garamond (1499-1561), y sobre todo de la del inglés John Baskerville (1706-1775), del que se consideraba admirador incondicional, Bodoni defiende una nueva tipografía "moderna" basada en varios principios: la regularidad y uniformidad del diseño de los tipos, su nitidez y acabado y finalmente la grazzia, el encanto de su diseño, cuyo trazo "debe tener la soltura sincera" que define el buen gusto de la letra. Quizá por ello la Bodoni se ha convertido en el prototipo de la letra elegante, bella y moderna y su autor, que trabajó también intensamente en la impresión, la fabricación de papel más blanco y de tinta más negra y brillante, en el "príncipe de los tipógrafos".
El segundo libro es igualmente apabullante, Fuente de letras, del diseñador gráfico y tipógrafo Joep Pohlen, también editado por Taschen y merecedor antes de su llegada a nuestro país de varios premios internacionales. Se trata realmente de una monumental enciclopedia sobre la tipografía, con unas novedosas cualidades: recoge sistemáticamente las principales fuentes aparecidas prácticamente hasta la fecha y, aunque existen otros libros muy buenos sobre el tema, sobre fuentes y sobre diseñadores de fuentes, habría que juntar cientos de ellos para acercarse siquiera un poco a la magnitud de información recogida en este volumen. Su vocación es servir, y de hecho ya lo hace, como un libro de enseñanza y aprendizaje extraordinariamente útil. Pero además es un libro hermoso, hasta tal punto que es difícil precisar si se ha diseñado antes y escrito después o al revés.
Ofrece una buena historia de la escritura manual hasta lanzarse de lleno a la época de la tipografía. Repasa ampliamente la producción manual de tipos, la producción mecánica, la fotográfica y la digital. Y aporta unos insuperables gráficos entre los que destaca uno al que dedica muchas páginas: el desarrollo histórico de la tipografía, donde pone en relación, desde 1450 hasta 2005, hitos tipográficos, letras o fuentes y sus autores, junto a los cuadros más importantes de cada época y las corrientes artísticas que se corresponden con todas ellas.
Repasa también el concepto de familia tipográfica, el conjunto de formas bajo las que se presenta cada tipo de letra, sus sistemas métricos, y llega al espinoso tema de los tipos y su clasificación. ¿Cómo lograr una razonable para los 50.000 o 60.000 tipos diferentes que existen en la actualidad? Pohlen propone una ampliación del sistema ideado en 1954 por el francés Maximilien Vox y es quizá uno de los mayores aciertos del libro. Crea la clasificación Vox+1 para las tipografías de redacción e incluye cada tipo por similitud en cada una de las categorías que establece.
A partir de la aparición del ordenador y sobre todo de 1985, nacen miles de fuentes y "aun cuando existe la tentación de confeccionar una nueva clasificación", dice Pohlen, "al final es preferible completar la clasificación Vox". Así crea además la Vox+2 para las tipografías específicas de titulares de prensa y publicitarios y como remate aporta su clasificación Vox+3 para los tipos Pi, ornamentos (clásicos de Caslon, del antiguo México o del mismísimo Keith Haring), símbolos (de formulaciones, señalizaciones o cartografía) y pictogramas (dibujos con significado y clip art).
Aborda muchos más temas Pohlen, pero uno de los más interesantes es el que dedica a la tipografía editorial. Hace ya mucho tiempo desde que Stanley Morison creó la Times New Roman para el Times. Desde entonces, las empresas editoras de periódicos se han venido acercando al conflictivo tema del ahorro de papel desde muchos puntos de vista y, cómo no, también desde el punto de vista tipográfico, y de ello da varios ejemplos actuales. Hasta aquí casi 500 páginas, pero quedan aún otras utilísimas 150 en sepia, rebosantes de índices de términos, de tipos y de diseñadores, una impresionante cronología de empresas tipográficas, un glosario que es un auténtico diccionario y un exquisito tipómetro ultraligero como señalador. Realmente, a mucha gente le importan los tipos.
Manual de tipografía-Manuale tipografico (1818). Giambattista Bodoni. Edición de Stephan Füssel. Varios traductores. Taschen. Madrid, 2011. 1.208 páginas. 49,99 euros. Fuente de letras. La anatomía del tipo. Joep Pohlen. Varios traductores. Taschen. Madrid, 2011. 640 páginas. 49,99 euros.
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