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El agravamiento de la crisis | La reacción de los mercados

El apoyo de Barroso a los eurobonos impulsa las Bolsas

Austria retrasa votar la ampliación del fondo de rescate

Promesas, promesas y más promesas desde Grecia. Y dudas, desasosiego e incertidumbre acerca de casi todo lo demás. La avalancha de noticias sobre la crisis financiera, las carencias institucionales de la eurozona y la sensación de que prácticamente cualquier cosa puede provocar un accidente se combinaron ayer para convertir los mercados en un tobogán. Las Bolsas y las primas de riesgo de la deuda pública abrieron —y cerraron— con buenas noticias tras las declaraciones del presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, que auguró que Bruselas tiene prácticamente lista una propuesta para crear eurobonos sin tener que modificar los Tratados.

Horas después, los mercados cayeron en la cuenta de que los eurobonos, por pronto que lleguen, no servirán para resolver la crisis de Grecia, y la decisión de Austria de retrasar la votación sobre el fondo de rescate europeo (EFSF, por sus siglas en inglés) activó las alarmas.

Crece el temor a que los acuerdos de julio sobre Grecia estén desfasados

Al final del día, la teleconferencia entre Grecia, Alemania y Francia llegó con los mercados ya cerrados y todo quedó en un susto: las Bolsas se anotaron avances del 2% al 4% en Europa (con una subida del 2,7% en el Ibex) y la prima de riesgo de los países con mayores problemas (la diferencia entre los tipos de interés del bono a 10 años con lo que paga el país más seguro, Alemania) se relajó. Pero la sensación de peligro no se aleja.

La negativa de Austria de acelerar la votación sobre el fondo de rescate únicamente hizo mella en el euro, que después de ir subiendo durante toda la jornada volvió a ceder algo de terreno con respecto al dólar. Ese fondo, el EFSF, está pendiente de que los parlamentos nacionales de varios países ratifiquen el aumento de su capacidad y de sus competencias para ayudar a los países de manera preventiva, comprar deuda pública y recapitalizar los bancos si es necesario. Eslovaquia ya ha advertido de que pospondrá las votaciones hasta el próximo diciembre. Otros como Finlandia exigen avales a Grecia y complican su viabilidad.

El proceso sigue en marcha y se confía en corregir el revés austriaco a tiempo. Pero los plazos para activar el renovado fondo de rescate serán más amplios de lo que se pensaba. El calendario de aplicación de los acuerdos del pasado julio, esenciales para que Grecia y el euro salgan del atolladero, se retrasan. Señal inequívoca de que el estado de ánimo del europeísmo no es efervescente.

Los problemas se multiplican. A muy corto plazo, se teme que el acuerdo de la cumbre de julio sobre Grecia esté ya desfasado ante la magnitud de su recesión y el riesgo de que Atenas incumpla sus compromisos de reducción del déficit. A la vista está también la debilidad del sector bancario de la eurozona: Moody's recortó ayer la calificación de dos de los mayores bancos franceses, Société Générale y Crédit Agricole, y el mercado teme que en caso de un impago de Grecia más acusado de lo previsto, la banca europea en su conjunto necesite una nueva ronda de inyecciones de dinero para apuntalar los colchones de capital. Pero a más largo plazo las soluciones estructurales de Europa para dotarse de un arsenal adecuado contra la crisis fiscal tampoco están claras: ni el fondo de rescate (supuesto embrión de un Fondo Monetario Europeo) ni los eurobonos acaban de convencer a algunos de los socios, en particular al bloque formado por Alemania, Holanda, Austria y Finlandia, reacios a ceder soberanía fiscal y a gastar más en ayudas a los periféricos.

Barroso contribuyó a que las aguas se calmaran por segunda jornada consecutiva tras varios días de máxima presión. Tras el apoyo recibido por las economías emergentes, combinó las habituales declaraciones grandilocuentes —"esto es una pelea por los empleos y la prosperidad de las familias en todos los Estados miembros, una lucha por el futuro económico y político de la UE, por el papel que Europa debe desempeñar en el mundo"— con una propuesta acerca de los eurobonos a pesar de que topa con las reticencias de Alemania. "Pronto tendremos propuestas concretas, sólidas y factibles [acerca de los eurobonos], aunque no servirán para resolver los problemas más urgentes", dijo en un inusual ejercicio de realismo. Eso, lo más urgente, es la tensión sobre el impago griego y la presión sobre Italia y España, que solo el BCE puede apaciguar con las polémicas compras de bonos. Las reticencias hacia ese activismo del BCE proceden del mismo bloque: Austria, Holanda, Finlandia y la inevitable Alemania.

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