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La crisis de la moneda única se agrava

Berlín coloca a un tecnócrata en el BCE

El joven socialdemócrata Asmussen sustituye al ortodoxo y veterano Stark

A sus 44 años, Jörg Asmussen no pertenece a la vieja guardia de economistas ortodoxos alemanes. Pero la conoce de cerca. En Bonn fue alumno del exjefe del Banco Central alemán (Bundesbank) Axel Weber. También estudiaba allí por entonces Jens Weidemann, que sucedió este año a Weber al frente del Bundesbank. Aquellos dos alumnos de Weber, que no llegan a los 45 años, han sido figuras clave en la política alemana durante la fase más difícil de la crisis financiera: Weidemann, como asesor de la democristiana Angela Merkel (CDU). Asmussen ya era viceministro de Hacienda bajo el socialdemócrata Peer Steinbrück (SPD). Ambos economistas se reunirán ahora en el Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo (BCE).

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Asmussen, que será economista jefe del BCE en lugar del dimisionario Jürgen Stark, encarna la hornada de políticos templados y tecnócratas cuando Berlín era ya la capital de Alemania. Con su aspecto juvenil y modales desenfadados, ha hecho alta política entre bambalinas desde 1996. Su militancia en el SPD no le ha impedido nunca acceder a cargos cruciales en el Ministerio Federal de Hacienda. Empezó con el socialcristiano bávaro Theo Waigel (CSU) y siguió con varios socialdemócratas entre 1998 y 2009. Hasta que se vaya a Fráncfort, continuará como mano derecha del ministro Wolfgang Schäuble (CDU). El actual Gobierno lo mantuvo en su puesto pese a su carné de la oposición.

No cabe duda es de su experiencia con las crisis. En 2008, fue el diseñador de los multimillonarios programas de rescate de los bancos alemanes entrampados en la ciénaga de hipotecas basura de Estados Unidos. Su permanencia en el ministerio desde 2009 provocó numerosos resentimientos entre los democristianos y liberales, donde se comenzó a airear la parte más dudosa de su carrera política. El hombre que confeccionó los carísimos recates bancarios en 2008 había sido miembro del Consejo de Vigilancia del banco IKB, protomártir alemán de las desastrosas inversiones en hipotecas basura. Cuando el IKB, que trabajaba en buena medida con dinero público, estaba a punto de quebrar, Asmussen diseñó su rescate con cantidades astronómicas.

Para sus críticos, la tarea de Asmussen como miembro de su Consejo de Vigilancia habría sido evitar que se llegara a eso. También se le acusa de haber contribuido a ablandar las leyes financieras alemanas y, con ello, haber abierto el camino a la grave crisis de 2008 y 2009.

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