Los espectáculos de Iberoamérica destacan en la avalancha de teatro
"El espectáculo dura 90 minutos, si no entendéis alguna frase de los actores, no penséis que hablan mal, es que son chilenos". Lo anuncia un miembro de la compañía Teatro Niño Proletario a la entrada del local social del Ateneo de Tàrrega y algunas señoras mayores arrugan el ceño. Y es que la edición número 31 de la Fira de Tàrrega, que arrancó el jueves con un montaje de circo de Los Galindos y se clausura hoy, ha incluido en su programación, con más de 90 grupos, una ventana al teatro iberoamericano. Las calles de la población bullen estos días de visitantes, y la organización calcula que durante el fin de semana hasta 35.000 personas, de las cuales 100 son programadores internacionales, se han desplazado hasta el municipio para disfrutar de la cita anual con la feria de artes escénicas en la calle.
Los espectadores se cuelan en un bar de antaño, destartalado y triste
Irrumpen dos mujeres desnudas en moto ondeando una 'senyera'
El circo, el teatro, la danza y el calor abrasador, que obliga incluso a algunas compañías a dejar la obra a medias, son los protagonistas de esta edición. Pero en la Fira de este año, la primera dirigida artísticamente por Jordi Duran, también se ha colado con gran éxito el teatro con acento del otro lado del atlántico. La obra El Olivo de los chilenos Teatro Niño Proletario es una buena muestra de ello. En ella los espectadores se cuelan en un bar de antaño, destartalado, triste, y son los testigos mudos de la vida de ocho habitantes de un pueblo remoto y aislado del sur de Chile. Los personajes pertenecen a diferentes generaciones, pero les une un futuro incierto y un presente nefasto regado por el alcohol y las ansias de evasión. Así, apoyada en la barra y aferrada a un vaso, una rubia platino, vestida con botas blancas y camiseta de leopardo, se lamenta de la muerte de su madre. "Cuando me aburro camino hasta la playa y aprieto los brazos muy fuerte hasta que me pongo a llorar, esto es lo único bueno de este sitio", explica a un chico. A su lado, una mujer en la treintena repite incansablemente que también se va a morir. "Yo no le doy suerte a nadie", se lamenta, y acaba teniendo sexo en el baño del local con un hombre. Poco a poco, los efectos de la bebida van haciendo mella en estos personajes sin rumbo, que se abandonan a la fiesta y al desamparo. La camarera, una francesa que sueña con volver a su país, pone velas a una virgen posada encima de la cafetera y se une a la fiesta de la autocompasión. Las señoras del público dejan pronto de arrugar el ceño porque es imposible no sentir lástima ni identificarse con alguna parcela de la hendidura moral de los personajes.
Ameniza la obra un hombre que apenas puede tenerse en pie pero rasga una guitarra, y todos cantan mirando al mar a la espera de un barco que, solo al final, llega para trasladarlos a un futuro mejor.
El mar y las olas también tienen relevancia en la trama tejida a golpe de entretelas de Pueden dejar lo que quieran, de la compañía argentina Intimoteatroitinerante. El escenario es un cuadrilátero repleto de ropa tirada por los suelos. De cada pieza cuelga una breve inscripción, con pinceladas de la historia de sus propietarios, que el público descubre a medida que avanza la obra. Otro de los espectáculos que más aplausos arrancan entre el público en esta Fira de Tàrrega es Pájaros muertos, de la compañía de danza catalana La Veronal, que han elaborado gracias a un laboratorio de creación patrocinado por la Fira. Parte del trabajo que estrenaron en 2009 en el Museo Picasso de Barcelona y es una retrospectiva en movimiento de la vida y la obra del prolífico pintor. Cuando cae la noche, una veintena de viudas se contonean entre decenas de velas rojas colocadas en la pared de una iglesia. La orquesta está integrada en el público y suena el Bolero de Ravel o el pasodoble Amparito Roca. La obra es una alegoría de la Guerra Civil, las vivencias francesas, los amores y las personas que influyeron o fueron coetáneos de Picasso. Margarita Xirgu, Primo Levi, Christian Dior, Manuel de Falla y Luis Buñuel son algunos de los nombres que una viuda anuncia mientras tira pájaros muertos desde el cielo. En la obra, incluso irrumpen dos mujeres desnudas en una motocicleta, ondeando una bandera catalana y sembrando el pánico entre las bailarinas.
En la calle, el público de la Fira también se ha rendido a L'home que perdia els botons, de Circ Pànic, y al espectáculo de clown itinerante ¿Quieres ser mi amigo?, de Murmuyo y Metrayeta. En este último, decenas de personas se convierten en los protagonistas de divertidas gamberradas. Escalar balcones o entrar en casas de desconocidos y saludarse desde las ventanas forma parte del recorrido planeado por esta compañía.
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