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Crítica:LIBROS | POESÍA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Erogando trizas donde gotas de lo vario pinto

Poesía. García Vega (Jagüey Grande, Cuba, 1926) fue el miembro más joven del grupo liderado por José Lezama Lima en La Habana de los años cincuenta, experiencia de la que dio testimonio en Los años de Orígenes (1997, reeditado en Buenos Aires en 2007). Libro del todo alejado de las memorias autocomplacientes y el goteo de nombres prestigiosos: García Vega habla allí del "bailongo barroco", de "la mentira de lo francés", de "la firmeza aprovechadita de la farsante izquierda latinoamericana". Pues, radicado en Miami (a la que él llama indefectiblemente "Playa Albina") desde hace cuarenta años, debió soportar la adhesión incondicional a la revolución cubana, que condenaba al ostracismo a los exiliados verdaderos de esa quimera latinoamericana; y la profusa mitología en torno a Lezama y al grupo Orígenes, de la que lúcidamente se vengó en ese libro. A la vez heredero de ese último fulgor de la gran poesía cubana y marginado, solo, sin tribuna, prensa ni cátedra, García Vega escribió una serie de poemas desolados y cómicos, sin piedad ni vanidosa conmiseración. Más cerca de las convulsiones de dolor y de risa de Samuel Beckett que de cualquier retórica neobarroca al uso, están allí los libros extraordinarios, singularísimos, que se han ido publicando tardíamente: El oficio de perder, No mueras sin laberinto, Devastación del Hotel San Luis. A sus ochenta y cinco años García Vega publica este libro compuesto de dos bloques -Erogando trizas donde y Gotas de lo vario pinto-, en un género híbrido de poema en prosa, esbozo de unas crónicas del vacío, reflexión fragmentaria y ajena a todo sistema. A la marginalidad del poeta exiliado, del hombre despojado de su destino sin recibir ninguno a cambio, agudamente desengañado de toda fantasía de redención (para él, para el mundo), se agrega ahora el resentimiento de la vejez, acogido casi como una máscara jovial: "Sentado en el sofá de la sala, a las cinco de la tarde -no volví a hacer nada (si es que antes de las cinco de la tarde se puede decir que hice yo algo)". O bien: "Una triste realidad de esta Playa Albina donde vivo. Tambores, cachivaches. Lo que al final no suena, aunque uno se pase el día tocando el tambor". Tocar el tambor: escribir el poema. Nietzsche decía: "El nihilismo es una especie de ociosidad". Pero persiste una forma de humanismo en la desolación, en la risa incómoda, en el aspaviento histriónico del dolor verdadero. Si se quiere saber qué formas busca la poesía realmente contemporánea en nuestra lengua es imposible no leer a García Vega.

Erogando trizas donde gotas de lo vario pinto

Lorenzo García Vega

Ediciones La Palma, 2011

284 páginas. 13 euros

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