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Tentaciones
Reportaje:CINE

La ley del silencio

En las últimas semanas, Jan Cornet se ha visto en apuros. Por un lado, ha participado en la película española del año, la que está destinada a sacarle del grueso de jóvenes actores españoles. Y por otro, su discurso ha estado blindado. Ese silencio sobre La piel que habito ha sido clave para preservar el impacto de este filme tenso y opresivo que solo en su primer fin de semana ha recaudado más de 1,2 millones de euros.

Interpreta a un chaval normal que ve su vida sometida a un cambio extraordinario por las artes vengativas de un doctor trastornado (Antonio Banderas). Los giros clave de la trama imponen el secretismo y la complicidad de quienes hayan visto la película. Algo así como el famoso "no lo cuenten" que quiso Hitchcock para Psicosis. Con la diferencia de que el maestro británico hizo casi toda la promoción él mismo para evitar que sus actores metieran la pata. Almodóvar no ha marcado tales restricciones, aunque la presencia de alguien de la oficina de El Deseo durante la entrevista hace pensar en un ojo vigía.

"Cada vez estoy más sano yo y, a la vez, me piden que haga papeles más locos"

El actor catalán, de 29 años, entre titubeos, la afronta como quien transita por un campo minado. "Mi personaje es un chaval con muy mala suerte y una enorme capacidad de lucha. Pero es interesante que sea el público el que vea el giro que da la película, que acuda al cine de una manera virgen", esboza.

Confiesa que su mayor fuente de inspiración ha sido el propio guión. "Quería haber leído la novela original [Tarántula, de Thierry Jonquet], pero me dijeron que la adaptación era diferente y me centré en ella. Además, estaba tan bien escrita... Es algo que se agradece. Muchas veces, cuando recibes un guión, tienes que hacer malabares para justificar lo que dice o hace tu personaje". Como complemento, leyó y vio la adaptación de El coleccionista, la novela de John Fowles en la que un fetichista de las mariposas secuestra a una estudiante de arte y convierte un viejo caserón en la particular vitrina de su captura. Él ha cambiado la imagen de un insecto cautivo por la de un perro maltratado. "La idea de ver cómo mi personaje es poco a poco adiestrado me resultaba interesante", revela, esquivando otra mina.

Sin papeles protagonistas, Jan Cornet ha cimentado un camino truculento. Desde su estreno junto a su hermano psicópata Pablo Rivero en La noche del hermano hasta la película que acaba de rodar, Buscando a Eimish, donde hace de músico fumeta incapaz de recuperarse de una trágica muerte familiar. Entre medias ha participado en teleseries sobrenaturales como ¿Hay alguien ahí? y Ángeles y demonios, o ejerciendo de ángel custodio de la sufrida Camino. Y el año que viene le veremos como hijo de Sigourney Weaver en el thriller paranormal Red lights, de Rodrigo Cortés. "Debe ser que doy el perfil. Yo estoy contento, porque cada vez voy estando más sano y, a la vez, me piden que haga personajes más locos", reconoce, tras admitir también que ha tenido que trabajarse "esa ansiedad que tenemos los actores por nuestras inseguridades, envidias o las críticas. Yo convivo con dos compañeros de piso actores y tratamos de apoyarnos en ese tipo de cosas".

Ahora que millones de espectadores van a quedarse con su nombre y cara, subraya que por quien realmente siente admiración es por amigos actores que participan en producciones como Microteatro por dinero, una propuesta programada en Madrid donde se realizan miniobras en habitaciones para 10 personas. "Eso sí que es echarle huevos. De momento, no me han puesto en la situación de proponerme participar, pero yo creo que me acojonaría".

Tras romper la mordaza de su personaje clave en La piel que habito, de Almodóvar, Jan Cornet afronta su salto al estrellato.

Jan Cornet, el arma sorpresa de Almodóvar en <i>La piel que habito, </i>con camisa de COS.
Jan Cornet, el arma sorpresa de Almodóvar en La piel que habito, con camisa de COS.L. ARTURO CARDOZA

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