Un pulso en toda regla
Nadal llega a cuartos y los tenistas consiguen que se retrase la final al lunes tras valorar "hacer lo que haga falta" para protestar por el calendario, los ingresos y el trato en los grandes torneos
Bajo el sol, Rafael Nadal es la tormenta: tras la suspensión por lluvia del miércoles (0-3), el mallorquín arrolla 7-6, 6-1 y 6-2 a Gilles Muller y se pone a analizar lo que pasa en el Abierto, que ayer retrasó su final masculina al lunes por cuarto año seguido. La situación es caótica. David Ferrer y Andy Roddick han disputado solo dos juegos cuando una grieta, tremenda cicatriz que vomita agua, les obliga a irse a otra pista (6-3, 6-4, 3-6 y 6-3 para el estadounidense). Los tenistas compiten enervados porque la víspera se les pide repetidamente que jueguen pese a que las canchas están empapadas. Unos recuerdan la dureza del calendario, que se reducirá dos semanas en 2012. Otros se quejan del poder de los torneos grandes. Algunos hablan de ir a la huelga porque los jugadores se reparten "solo" el 13% de los ingresos del circuito. "Y yo", dijo Nadal, "no tengo información de eso, pero estoy dispuesto a cambiar cosas". Más claro: "Estoy dispuesto a cualquier cosa siempre que estemos todos a una".
En el vestuario, Roddick da fuelle a la posibilidad de una huelga
"Mi parte del cuadro es muy difícil para el que llegue a la final, porque jugará cuatro días seguidos", dice el español, que se sienta en el Consejo de Jugadores, como Roger Federer. Sus palabras, amplificadas por Andy Murray, Ferrer y Roddick, son los músculos de un pulso tremendo. El primer asalto lo ganan los tenistas, que logran descansar uno de esos cuatro días (el domingo) cuando el torneo decide retrasar la final al lunes sin que medien más suspensiones por lluvia. Hay, sin embargo, otros conflictos. "El problema no es la organización del Abierto, sino que los jugadores no tenemos el suficiente poder en los grandes. Eso es lo que tiene que cambiar muy rápido", argumenta Nadal. "No queremos pelearnos con nadie. El problema es que parece imposible cambiar las cosas por un camino correcto, así que quizás tengamos que buscar otro. Hablando ha sido imposible. Hay que luchar más para tener más fuerza, que nuestros representantes sientan que tienen más poder porque estamos unidos. Por las buenas, intentando convencer [a los grandes] de que las cosas tienen que cambiar, ha sido imposible. Es lógico. Estos torneos son los más potentes, tienen mucha fuerza por su tradición, por lo que significan, que es muchísimo, y por eso por las buenas es complicado que cambien".
En la caseta, Roddick da voz a la posibilidad de una huelga. Su partido contra Ferrer reúne varias de las razones esgrimidas por los jugadores. Durante dos días, ambos tenistas se levantan a las 7.30, desayunan a las 8.00 y llegan al club a las 9.00. Durante dos días, se vendan y desvendan, comen pasta a deshora por si tuvieran que saltar a la pista, y se activan con carreras y ejercicios de fuerza en el vestuario. Todo, para nada. Primero, el miércoles, irrumpe el agua. Durante ese día a ambos se les requiere que vuelvan a prepararse para competir hasta en tres ocasiones. Finalmente, regresan a la pista el jueves. No está lista, pero deben aguardar 1h 30m hasta que la organización decide que todos esos pies pisando las burbujas de la pista no arreglan nada. El número cinco y el héroe local acaban en una pista menor, la 13, sin Ojo de Halcón. "¡Estoy harto!", se queja Roddick. "Aquí, los intereses comerciales están por encima de todo", resume Murray.
"Aquí el torneo es más importante que los jugadores", valora Ferrer. "Sales a la pista, ves que está mojada y te sientes como una marioneta: lo único que les importa es sacar la jornada adelante. Ellos son los jefes. Yo ya gané más dinero del que merezco, pero somos los que nos partimos la cara. Nos toman el pelo con el dinero, porque ganan más del doble que nosotros y no pintamos nada. Duele".
Ferrer se marcha del Abierto, donde Nadal se cruza hoy con Roddick. "No se puede jugar del 1 de enero al 5 de diciembre", dijo el campeón. "No puede ser que los Grand Slam siempre hagan lo que quieran. Para cambiarlo hay que estar unidos. Para eso hay que luchar. ¿Cómo? Como haga falta".
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