Cospedal, Soto y el dóberman
La estrella creciente del PP andaluz, Rosario Soto, afirma que el discurso del miedo al dóberman ya no se lo cree nadie. Falso.
Que se le pregunten a los millones de españoles que sufren ya en sus carnes las dentelladas de tan fiero animal. Viven en las comunidades de Madrid, Valencia, Galicia, Murcia, Castilla-La Mancha, Extremadura. Todas gobernadas por el PP.
La ventaja de que las elecciones andaluzas se celebren casi un año después de que diez comunidades autónomas quedaran en poder de los populares tras el 22-M, es que ya sabemos por dónde piensa morder el dichoso can.
La primera en hincar el diente en el inicio del curso político ha sido Esperanza Aguirre: 3.000 profesores de enseñanza secundaria se irán a la calle. Y a Esperanza le ha salido una durísima rival: María Dolores de Cospedal.
La presidenta de Castilla-La Mancha inició su mandato dejando de pagar a los farmacéuticos y a más de 40.000 dependientes y suprimiendo una paga extra semestral de 400 euros a 32.000 viudas. En cuanto al cacareado discurso de austeridad, Cospedal subió 4.000 euros el sueldo de sus asesores.
Ese fue el aperitivo. La pasada semana, presentaba el plato fuerte: un engañoso Plan de Garantía de Servicios Sociales. Pretende ahorrar 1.815 millones de euros, sin hacer recortes en sanidad, educación y dependencia y sin subir impuestos. Es más, en su programa promete bajarlos. ¿Pero, acaso no recorta las políticas sociales al suprimir un millar de plazas en centros de mayores, al despedir a 4.000 médicos y enfermeros y a 4.500 profesores?
De la retahíla de medidas que anuncia Cospedal, hay una chocante: se volverán a configurar las impresoras de la Administración para que impriman por las dos caras. ¿Será para imprimir en una sola hoja los dos sueldos de la presidenta? Cospedal es la política mejor pagada de España, con casi un cuarto de millón de euros, seguida de cerca por Arenas.
El modelo Cospedal ha sido declarado ejemplo nacional. Lo han dicho Rajoy y Arenas. "Es la hoja de ruta para todos, incluida Andalucía", oficializaba el lunes Rosario Soto. De modo que al fin sabemos qué hará el PP andaluz si alcanza el poder: poner en la calle, como Cospedal, a unos 30.000 trabajadores (cálculos del PSOE) y recortar y privatizar los servicios sociales.
Las heridas que deja esa política están a la vista: Valencia, Madrid y Galicia ocupan los últimos puestos en calidad de su sanidad pública (Informe del FADSP, 5 de septiembre).
¿Hay otra forma de salir de la crisis? Al menos, hay otra manera de afrontarla: sin dañar las políticas sociales, impulsando el empleo y aumentando los ingresos. En esa línea, el Gobierno andaluz acaba de aprobar un plan para la construcción o mejora de 450 centros escolares. Invertirá 200 millones de euros y dará trabajo a 5.000 parados.
Rubalcaba y Griñán son partidarios de poner impuestos a los bancos y a las grandes fortunas. Lo que para Rajoy es "pura demagogia". Ellos prometen bajarlos, en contra de lo que el sentido común manda y hacen ya los colegas ideológicos europeos del PP: Francia, Alemania, Portugal e Italia gravarán las grandes fortunas.
Aunque, ojo: ese discurso de menos impuestos empieza a matizarse en las filas del PP. Ayer, este periódico informaba de que el portavoz económico Cristóbal Montoro plantea que quizá haya que "repartir mejor las cargas tributarias". Y se citaba el IRPF, el impuesto que pagan las grandes capas medias. Mientras, siguen rechazando apretar el cinturón a los más ricos.
Vistos estos antecedentes, ¿es creíble el discurso de Arenas, recortes sin morder las políticas sociales? Los votantes tienen que reflexionar sobre este extremo: si hay o no que tener miedo a las mordidas del dóberman.
ELECCIONES: ARENAS (II)
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