El alcalde de Culleredo achaca el vertido de la ría a un intento de robo y no a un atentado
En superficie apenas queda rastro visible en las aguas de la castigada ría coruñesa de O Burgo de la contaminación por el vertido, el pasado viernes, de unos 33.000 litros de queroseno. Pero se tardará unas dos semanas en averiguar si ese derrame, fruto del sabotaje a un camión-cisterna, tendrá impacto en la fauna marina y especialmente en los bivalvos de la cara externa de la ría, donde tenía que haber empezado el viernes, por primera vez en cinco años, la campaña marisquera.
El dispositivo de limpieza y vigilancia de las aguas de la ría de O Burgo está, pues, dando sus frutos, pero no así la investigación policial que pretende determinar la autoría y motivos de este vertido que fue intencionado.
En Culleredo, donde se concentró el grueso de la contaminación, el alcalde, el socialista Julio Sacristán, apuntó ayer como motivo más verosímil de este desastre ambiental que obligó a vedar de nuevo la ría un intento de robo del combustible destinado a abastecer los aviones del cercano aeropuerto de Alvedro. El regidor cullerdense recordó que las válvulas del camión-cisterna aparcado en la madrugada del viernes en una área de descanso de la Autopista del Atlántico (AP-9) son de muy difícil y compleja manipulación, por lo que la policía cree que fueron saboteadas por un profesional.
Y para Julio Sacristán es casi improbable que el o los autores del sabotaje al camión supieran que el vertido de queroseno, al derramarse en el regato Os Pelamios, iría a parar, a través de la red de canalización de aguas pluviales de Culleredo, directamente a la ría. "No creo que fuera un intento de dañarla intencionamente, lo más probable es que fuera un intento de robo" del carburante que no se logró llevar adelante, aseguró ayer el alcalde en declaraciones a Radio Coruña.
Los biólogos de la Consellería do Mar iniciaron ayer la toma de muestras en distintos puntos de la ría de O Burgo para determinar el impacto del vertido en el marisco y otras especies marinas de la zona. El problema se centra en el estado de los fondos de la ría coruñesa, dado que al estar la marea baja cuando llegaron los miles de litros de queroseno a la bahía, es muy posible que el combustible se haya quedado allí depositado.
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