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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Conspira que algo queda

El litigio del PP con la policía es ya viejo, se remonta al año 2004, cuando la policía les transmitió "la convicción moral" de que el atentado del 11-M había sido obra de ETA, lo utilizaron como ardid electoral y perdieron. Durante toda la legislatura Rajoy alentó la teoría de la conspiración, al menos hasta la sentencia que dirimió responsabilidades. Cuando estalló la Gürtel resultaba sencillo seguir cabalgando sobre la idea de una conspiración contra el PP, María Dolores de Cospedal acusó al Gobierno de ordenar pinchazos telefónicos ilegales a través del SITEL, sistema de escuchas instalado por ella misma, sin regulación específica y que continua siendo "alegal". Cuando se anularon las escuchas carcelarias ordenadas por el juez Garzón, Álvarez-Cascos acusó a la Policía de tener "una camarilla que se dedica a fabricar pruebas" contra el PP, y Mayor Oreja, De Cospedal y Arenas le hicieron de corifeos en una representación teatral muy elaborada. Ahora, cuando Bárcenas ha sido exculpado, Trillo insiste con contumaz desparpajo en la teoría conspiratoria de informes policiales interesados. Rajoy, Mayor Oreja y Cospedal algo saben sobre el funcionamiento y el sistema de afinidades con las que se gobierna la Seguridad del Estado, fueron ministros y subsecretaria de Interior respectivamente. Trillo y Arenas, desde antiguo, y Cospedal en estos momentos por razón de su cargo en el partido, saben cómo se crean y destruyen lealtades partidarias más allá de la militancia, todos saben conspirar y por lo tanto saben de qué y de quiénes hablan. A lo peor tienen razón,

El cinismo es consustancial al uso de la fuerza, porque quien tiene esta última la aprovechará siempre en beneficio propio para acabar proclamándose su víctima cuando la pierde. Y el poder judicial, que debería controlar las actuaciones policiales, está en su propia pelea, ajeno también al interés legítimo de los ciudadanos.

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