Xunta, de 'adagio' a 'vivace'
Para hacer un balance justo y comprensivo de la política económica de la actual Xunta hay que referirse tanto a los avances como a los estancamientos o retrocesos, así como a las condiciones de partida y los datos económicos observados. De hecho, lo más lógico es comenzar por ese marco general en el que encuadrar lo que la Xunta, ha hecho y lo que no hasta el momento. Lo primer a constatar es que la coyuntura financiera y económica que se encuentra el Partido Popular en la primavera de 2009 es la peor de la historia autonómica. Nunca antes habían caído los recursos en términos corrientes: es el primer Gobierno que tiene menos para gastar que su antecesor. Por eso no sería justo ni razonable comparar la acción del bipartito con la de la Xunta presidida por Alberto Núñez Feijóo en términos de volumen: incremento del gasto en educación, incremento en I+D+i o nuevas plazas de guardería, por ejemplo.
Este año pondrá fin a la convergencia de la economía gallega con la media española
Por lo que se refiere a los datos, el crecimiento de la producción agregada (PIB) sintetiza bien el conjunto y ofrece una conclusión negativa. Extrapolando las cifras que conocemos para el primer semestre del año, 2011 va a romper la racha de convergencia activa de la economía gallega con la media española. Hacía muchas décadas que Galicia no crecía por encima de España, como lo hizo en el lustro 2006-2010.
En cuanto a los logros hay que destacar los mismos que hace seis meses. El control del gasto y el cumplimiento de los objetivos de déficit se hallan significativamente mejor que la media autonómica, lo que demuestra responsabilidad fiscal. La Conselleira de Traballo ha conseguido que empresarios y sindicatos, a excepción de la Confederación Intersindical Galega (CIG), mantengan activo y abierto el diálogo social, con escasa conflictividad a pesar de la que está cayendo. Finalmente, y a pesar de los posibles errores tácticos, la Xunta ha hecho un trabajo intenso y en general positivo en pos de mantener a las cajas gallegas ancladas en Galicia. Sin duda, el aterrizaje de José María Castellano en el futuro banco de Novacaixagalicia es un activo inesperado y extraordinariamente valioso para el proceso. Las notas negativas a este respecto son un cierto apagón informativo sobre la estrategia de corto y medio plazo y el estado de la cuestión, y la incógnita de saber hasta qué punto el nuevo banco seguirá siendo para Galicia el motor financiero y cultural que han sido las cajas gallegas en las últimas décadas.
Lamentablemente, los activos del balance no están aumentando con el tiempo. Existen documentos positivos como el Plan Estratégico 2020 o la Ley industrial de Galicia que siguen en trámite, a pesar de que en poco más de año y medio acaba la legislatura. El Igape necesita normalizar su situación de una vez. Los costes asociados al abandono del plan eólico del bipartito no han sido compensados por los beneficios de un nuevo plan claramente mejor. Seguimos sin contar con un estudio riguroso que cuantifique la relevancia relativa de las diferentes causas de la baja natalidad en Galicia y un análisis de coste-efectividad de las posibles políticas que se podrían aplicar. La inversión extranjera directa está por los suelos y seguimos sin un plan específico para darle impulso. En políticas de desarrollo del medio rural la sensación es que se han abandonado iniciativas puestas en marcha en la legislatura anterior por el equipo de Suárez Canal, el mejor hasta la fecha en términos de innovación y estrategia, sin que trascienda claramente cuáles son las nuevas apuestas. No soy especialista en el sector y no sé en qué medida se trata de un problema de comunicación, pero el contraste con el pasado reciente es notable.
Ojalá que los conselleiros hayan descansado bien este verano y tengan las pilas recargadas para que antes de final de 2011 tengamos listos y aprobados los documentos estratégicos, legales, de planificación y de resolución necesarios para que la acción de gobierno pueda ir más allá de la gestión del día a día. Hay que cambiar ya de tempo.
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