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Necrológica:
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

David Edwards, en el origen del 'blues'

Diego A. Manrique

Los estudiosos siguen discutiendo sobre las causas de la muerte de Robert Johnson, en 1938: ¿fue envenenado por asuntos amorosos o murió de causas "naturales", quizá de sífilis? Ni siquiera se sabe si sus restos reposan en alguno de los tres cementerios de Misisipi que aseguran alojar su tumba. Frente a tanto olvido, al menos sus antiguos compañeros de aventuras sí han gozado de reconocimiento.

David Honeboy Edwards era considerado el último superviviente de aquellos músicos itinerantes que dieron forma al blues rural, germen de tantas músicas posteriores. Edwards, de 96 años, falleció el lunes en su casa de Chicago. Allí guardaba los dos premios Grammy que consiguió y copias de su autobiografía, publicada en 1997, The world don't owe me nothing.

Podría traducirse como El mundo no me debe nada: finalmente, la vida fue buena con él. Nacido en 1915 en una familia de aparceros en Shaw (Misisipi), estaba condenado a trabajar las tierras del delta. Hasta que una noche, mientras corría el whisky clandestino, escuchó al bluesman Tommy Johnson y decidió que aquello era más apetecible.

Aún menor de edad, empezó a viajar como aprendiz de Big Joe Williams. En los años treinta, coincidió con Tommy McLennan, Yank Rachell, Big Walter Horton y, sí, Robert Johnson.

Lo de David y Robert Johnson no eran giras, tal como ahora las entendemos: no tenían mánager ni eran contratados por anticipado. Subían de polizones a los trenes, hacían dedo y, cuando llegaban a un lugar prometedor, se ofrecían por las tabernas o tocaban por la voluntad en fiestas al aire libre. Johnson había editado discos pero, en plena Depresión, apenas se vendieron: fue en tiempos del CD cuando se despacharon millones de ejemplares.

Edwards, como ocurrió con Muddy Waters, llamó la atención del folclorista Alan Lomax, que le grabó para la Biblioteca del Congreso en la plantación de Stovall. Su primer disco comercial es de 1951. Tampoco pasó nada cuando recaló en Sun Records e, igual que tantos colegas, se trasladó a Chicago.

Eficaz como cantante y armonicista, tenía extraordinaria finura con la guitarra acústica. Algo que no le ayudó mucho en Chicago, donde todos se habían electrificado. Intentó adaptarse y actuó tanto en la calle como en clubes. Cuando Fleetwood Mac llegó a la ciudad, Edwards se sumó a las sesiones que generaron el doble Blues jam in Chicago. Sus aportaciones se perdieron por un error técnico, pero los ingleses se asombraron de tratar con un músico que conectaba directamente con las tradiciones del blues profundo, con Robert Johson y Charley Patton.

A partir de los años setenta, fue esta faceta, la de bluesman del delta, la que le permitió encabezar carteles y grabar con regularidad. Era bueno contando historias: sabía hipnotizar a cualquier público. Feliz de haber sido "descubierto", nunca rechazaba un concierto y podía dar cien bolos al año. Aunque retirado, esta primavera volvió a tocar en Misisipi.

David Edwards.
David Edwards.JEFF CHRISTENSEN

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