Casillas y Xavi tienen una cita
Los capitanes intentan disipar las rencillas Madrid-Barça y salvar a la selección española
La selección española se reencuentra hoy en Las Rozas (Madrid) para afrontar un partido amistoso contra Chile, en Ginebra, el próximo viernes y un sencillo encuentro clasificatorio para la Eurocopa 2012 contra Liechtenstein, en Logroño, el martes de la semana que viene. Pero el más trascendente es otro: Casillas y Xavi tienen una cita y un objetivo, que no es otro que salvar a La Roja. Será la primera vez que los dos capitanes del equipo campeón mundial se vean las caras, de verdad, en los últimos meses. Vicente del Bosque y sus compañeros les están esperando.
El daño causado por los cuatro partidos disputados por el Barcelona y el Madrid entre el 14 de abril y el 3 de mayo de 2011 hizo sangrar al combinado español de tal manera que las relaciones de los jugadores tienen al equipo en la UCI. Un año después de que España alcanzara la cima futbolística en Sudáfrica con el buen rollo por bandera, apenas unos meses después de que un país se uniera en torno a un balón, el megaduelo que coronó la temporada 2010-2011 rompió los lazos que unían a los jugadores para desolación del seleccionador, que ya en la gira por Estados Unidos y Venezuela, entre el 2 y el 7 de junio, les recordó lo mucho que se estaban jugando.
"No entiendo nada. No tiene ningún sentido lo que está pasando, pero se están cargando el grupo. Están locos", reconoció uno de los veteranos de la selección, incrédulo ante las secuelas que habían dejado los partidos entre sí en la relación de los futbolistas del Madrid y el Barça. En ausencia de Puyol y Xavi, lesionados, los jugadores de ambos clubes apenas se dirigieron la palabra aquellos días, incapaces de disimular lo vivido a cara de perro. No se mezclaron, poco compartieron.
Del Bosque, tratando de que las aguas volvieran a su cauce, medió lo justo, tratando de reconducir la situación de manera natural; advirtiendo a los futbolistas, eso sí, de las consecuencias de saltarse ciertas leyes no escritas; más preocupado por lo acontecido los días posteriores a los partidos que por las riñas durante el juego.
Con ocasión del amistoso contra Italia, Del Bosque reunió al grupo y comentó a los barcelonistas y los madridistas, en presencia de sus compañeros, los riesgos que asumían al mantener ciertas costumbres en la Supercopa.
Los jugadores suavizaron el nervio en la ida y también en la vuelta y en el palco del Camp Nou, con el partido casi terminado, Del Bosque se permitió respirar aliviado. Se equivocó. Una entrada de Marcelo a Cesc, casi con el duelo terminado, y las posteriores declaraciones de Casillas acusando a su compañero de selección de fingir desataron de nuevo la tormenta con José Mourinho en el ojo del huracán. "Vosotros os quejáis del portugués, pero a mí me están destrozando el equipo", se lamentó Ángel María Villar, el presidente de la federación, mientras Del Bosque se marchaba con el gesto torcido.
Al día siguiente, Casillas telefoneó a Xavi, algo más que compañeros porque se conocen desde los 16 años. Han quedado para hablar y discutir si es necesario, convencidos ambos de que así no pueden seguir. Lo harán, junto al resto de los internacionales del Barça y el Madrid, esta noche o mañana. Entre los múltiples reproches, los azulgrana recriminan sobre todo el hecho de que el Madrid maniobrara ante la UEFA para que Busquets no jugara la final de la Liga de Campeones. Desde el bando madridista escuece la manita mostrada por Piqué tras el 5-0.
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