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JAPÓN

Son como niños

Como en todas las buenas campañas políticas, el partido gobernante en Japón se encuentra inmerso en un concurso de popularidad. Los principales candidatos del Partido Democrático de Japón (PDJ) para suceder a Naoto Kan como primer ministro están compitiendo por evitar las impopulares políticas de subidas de impuestos para financiar la reconstrucción y los recortes draconianos del gasto. Pero con una deuda de más del 200% del PIB y otra rebaja de la calificación de Moody's, lo que se necesita no es lo popular.

El gasto público japonés lleva fuera de control desde que estalló su burbuja inmobiliaria y bursátil en 1990. El ex primer ministro Junichiro Koizumi recortó un tanto el déficit durante su mandato desde 2001 hasta 2006. Pero sus cinco sucesores de los dos partidos han gozado de tan poca seguridad en sus cargos y han sido tan aficionados a tratar de conseguir la popularidad a corto plazo a base de estimular el gasto que los déficits han tendido a incrementarse y la deuda ha aumentado vertiginosamente hasta duplicar el tamaño de la economía.

Dado que los inversores nacionales poseen el 90% de esa deuda, el Gobierno puede seguir financiado los déficits mientras que la confianza interna no se vea afectada. En algún momento esa confianza inevitablemente tiene que romperse.

Un nuevo líder del PDJ luchará por invertir estas tendencias. Asimismo, solo dispondrá de un año para dejar su impronta, ya que las elecciones bianuales a la jefatura del partido están programadas para septiembre de 2012. El próximo primer ministro también tendrá que lidiar con el populista Ichiro Ozawa, el jefe de los partidarios del gasto público a lo grande dentro del partido, que controla unos 120 de los 398 posibles votantes de estas elecciones.

Como consecuencia de ello, las oportunidades del ministro de Economía, Yoshihiko Noda, un partidario de la línea fiscal dura y rival de Ozawa, han disminuido a costa de las del exministro de Asuntos Exteriores Seiji Maehara, que busca el apoyo de Ozawa. Una lástima.

Noda ha prometido aumentar el impuesto sobre el consumo del 5% al 10% para pagar la reconstrucción del terremoto de marzo en la región de Tohoku, y también ha pedido un recorte del 10% en el gasto público no destinado a la reconstrucción. Esas son las políticas que necesita Japón. Su impopularidad puede condenar su candidatura.

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