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"Los niños estaban bien tratados y no hubo denuncias por malos tratos"

La brutalidad del crimen de Monte Alto sorprende a vecinos y amigos del autor

Los gemelos le llamaban papá. Y Javier E. F., de 29 años, actuaba como tal pese a llevar menos de un año conviviendo con la madre de los dos pequeños de 10 años que asesinó brutalmente la tarde del pasado domingo en el domicilio familiar, un piso de A Coruña cercano a la Torre de Hercules, en el popular barrio de Monte Alto. El hombre, que confesó ante las policías nacional y local el doble crimen del que dio él mismo aviso, ingresó ayer en una unidad psiquiátrica del hospital coruñés de Oza, donde permanece bajo custodia policial hasta pasar a disposición judicial, probablemente hoy. La juez decretó secreto del sumario. Los niños recibirán sepultura tras practicarles ayer la autopsia de sus cadáveres.

"Es un tipo normal, agradable, aunque a veces parecía que se le iba la pinza"
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Javier, un escayolista en paro, llevaba viviendo desde hace unos nueve meses con su compañera sentimental, Mar, de 35 años, y los gemelos de esta última en el piso donde llevó a cabo el doble crimen. Fue él mismo el que informó a los agentes que lo detuvieron que sufría trastornos mentales y que estaba bajo tratamiento. "Es un tipo normal, agradable, aunque a veces parecía que se le iba la pinza, se quedaba como en blanco", comentaba al enterarse del violento suceso David, un joven que fue su compañero de trabajo.

Los pocos vecinos que conocían al presunto homicida también repetían ayer la misma definición: "Una persona normal". La camarera del bar vecino al mesón en el que trabaja como ayudante de cocina Mar, la madre de los pequeños, relataba desconsolada que nada hacía presagiar la desgracia. "Acompañaba a Mar hasta el mesón y se quedaba un rato con los niños en el bar, tan tranquilo. Le llamaban papá. ¡Qué cabrón!". Era la abuela de las dos víctimas, que reside en un piso cercano con el primer hijo de Mar, de 17 años, la que solía cuidar a los pequeños, Adrián y Alejandro. "Cuando bajó un momento la abuela, fue cuando aprovechó este cabrón para matarlos", contaba ayer un vecino. Pero también insistía en que la pareja "se llevaba muy bien". "Mar decía que estaba feliz con ese chico". Nunca hubo ningún tipo de denuncias por malos tratos. "Nunca noté nada, los niños estaban muy bien tratados, era gente normal", aseguraba otra vecina.

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La madre recibió la terrible noticia por boca de los policías mientras trabajaba en el mesón. Está recibiendo ayuda psicológica, al igual que la abuela. No mantenía relación con el progenitor de los niños, un vecino de Carballo con el que estuvo en litigios. Adrián y Alejandro fueron brutalmente asesinados, al parecer golpeados repetidamente con un objeto contundente, posiblemente una barra de un mueble de su domicilio. Cuando llegaron los policías, alertados por teléfono por el propio presunto homicida, encontraron cadáveres a los dos niños. Uno yacía en el suelo de la cocina, el otro en uno de los dormitorios.

El Ayuntamiento de A Coruña celebró ayer una concentración de repulsa en la plaza de María Pita y todos los portavoces municipales se pusieron a disposición de la familia de las víctimas. Será la juez la que determine con los resultados de las autopsias y las pruebas recogidas por la policía en el domicilio en el que aparecieron muertos los pequeños si hubo o no premeditación. Fuentes de la investigación aseguran que hubo ensañamiento, dado los múltiples golpes que recibieron los pequeños. "No aguanto más, no aguanto más", repetía Javier cuando llegaron los policías locales a su piso.

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