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Crónica:TENIS
Crónica
Texto informativo con interpretación

Nueva York será una selva

Djokovic, lesionado en un hombro, se retira de la final de Cincinnati cuando iba perdiendo ante Murray, su segunda derrota del año y a solo una semana del Abierto de Estados Unidos

Las muecas llegan con el brazo derecho estirado mientras el fisioterapeuta se afana torturando con sus dedos el hombro. El serbio Novak Djokovic sufre en el marcador y en la silla. El británico Andy Murray le ha ganado por 6-4 el primer set de la final del Masters de Cincinnati mientras él se disparaba en los errores no forzados (20), boqueante e irreconocible, ni un solo gesto que le vincule con el tenista intratable que solo había sufrido una derrota en todo el curso, ante el suizo Roger Federer y en las semifinales de Roland Garros. La segunda, cosechada ayer (4-6, 0-3 y retirada) no puede llegar en peor momento. El próximo lunes comenzará el Abierto de Estados Unidos, último grande del curso.

"Confío en estar listo la próxima semana. El problema es la espalda", dice el serbio
Nadal está corto de piernas, Federer lleva meses aletargado, Murray es inestable...

"Quedan ocho días para que me recupere. Confío en que estaré listo para jugar en Nueva York", dijo el número uno, que lleva 10 días con dolores en el hombro y aún no se ha sometido a una resonancia magnética. "El principal problema es la espalda, aunque me siento dentro de un estado de fatiga general", añadió.

El abandono fue un gesto de prudencia en un tenista que no había perdido ni una sola final en toda la temporada. También, la chispa que enciende la mecha para un torneo del Grand Slam imprevisible. El impecable curso de Djokovic había tenido un efecto desestabilizador en el resto de grandes campeones. Todos, desde Rafael Nadal hasta Murray, pasando por Federer, habían empezado a sumar resultados inesperados, derrotas impensables respecto a su trayectoria previa. Nole, con su interminable racha de triunfos (57 victorias y ahora dos derrotas), sus títulos del Abierto de Australia y de Wimbledon, sus cinco masters 1.000 y su juego de videoconsola, era el único valor seguro del circuito. Ahora, hasta él está en duda: llega a Nueva York rodeado por las suspicacias que generan sus dolores en el hombro, bisagra fundamental para el saque y su derecha.

Nueva York, en consecuencia, será una selva. El último torneo del Grand Slam del año trae sus dificultades de fábrica: una ventosa pista central, la sesión nocturna, que tiene a los tenistas jugando de madrugada, y un público ruidoso como ningún otro. A eso se añaden ahora los tenistas. Djokovic llega dolorido. Nadal, corto de forma, lento en los desplazamientos, dedicado al trabajo físico esta misma semana y con la confianza carcomida por su derrota en la final de Wimbledon. Federer, un tenista del que siempre se puede esperar todo, lleva meses aletargado y sin un gran título que llevarse a la boca. Murray, por su parte, es un competidor impredecible: igual que se alza con el título en Cincinnati se despide a las primeras de cambio en el torneo anterior, en Montreal.

Ayer, el escocés no tuvo dictado en el partido. Djokovic y su derecha escribieron con renglones torcidos el guion del encuentro. Suyas fueron las decisiones que inclinaron el marcador, como los arreones que decidieron para quién era el título. Murray no sacó conclusiones que le permitan sentirse seguro de sí mismo en la búsqueda de su primer gran triunfo. Estuvo titubeante. Le faltó personalidad. Su tenis fue simplemente correcto. Ni él acabó convencido. ¿Qué pensó de la victoria? "Que prefiero ganar a Nole dentro de tres semanas que aquí".

Novak Djokovic, tratado por el fisioterapeuta en un hombro durante la final de Cincinnati.
Novak Djokovic, tratado por el fisioterapeuta en un hombro durante la final de Cincinnati.ELSA (GETTY)

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