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Los expertos auguran un cambio que prime los productos locales

La soberanía alimentaria aboga porque cada territorio gestione lo que produce

Javier Martín-Arroyo

La carencia de sabor en las verduras es también una consecuencia de la crisis de modelo y económica que padece el campo, que intenta recomponerse tras el éxodo de trabajadores sufrido ante el boom de la construcción. A esto hay que sumar el aumento exponencial de intermediarios que encarecen los productos en el mercado y hacen que un agricultor cada vez perciba menos dinero por la misma mercancía.

Una de las soluciones que los expertos apuntan para el regreso al sabor es recuperar la proximidad entre el consumidor y el agricultor. Reivindicar la soberanía alimentaria, aunque esta máxima tan en boga en círculos rurales es contraria a un sistema alimentario engrasado y que nutre a las ciudades. Los alimentos recorren de media entre 1.000 y 2.000 kilómetros tras su embalaje, según diversos estudios.

"Hay desafección alimentaria. En el fondo no sabemos lo que comemos"
"No es ser agoreros, es que la crisis del petróleo llegará de una forma u otra"
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"Cada vez hay más desafección alimentaria porque estamos hartos de ver escándalos de inseguridad alimentaria como la crisis del E. coli. En el fondo no sabemos lo que comemos", subraya Mamen Cuéllar, investigadora del Instituto de Sociología y Estudios Campesinos (ISEC) de Córdoba, institución que desde hace 25 años analiza las dinámicas del campo desde una perspectiva sociológica.

Ante las crisis alimentarias, las redes alternativas de cercanía han creado sistemas participativos de garantías (con fichas de autoevaluación y protocolos de conocimiento mutuo incluidos) que aseguren al consumidor una fiabilidad en la compra. "La soberanía alimentaria reclama que los territorios recuperen la capacidad de decidir qué es lo que quieren comer los consumidores y cómo lo quieren producir los agricultores. Pero las Administraciones públicas no son creativas y no apoyan a esa sociedad civil", lamenta.

La mayoría de los consumidores acude a las grandes superficies por comodidad, pero este hábito de las últimas cinco décadas podría alterarse si el sistema de distribución comenzara a resquebrajarse. El profesor de la Universidad de Córdoba especializado en soberanía alimentaria Ángel Calle estima que el cambio de modelo está más cerca de lo que muchos creen. "La gasolina llegará a un precio de cuatro euros y la respuesta lógica será productos más locales, con menos químicos y más de temporada, para evitar el embalaje. No es ser agoreros, es que la crisis del petróleo va a llegar de una forma o de otra", considera.

Para Calle, la clave está en si los productores locales podrán hacerse con redes de distribución asequibles. "Desde que el productor local obtenga los permisos, el petróleo deje de estar subvencionado y los Gobiernos estén más atentos por las leyes sanitarias, la patata local podrá ser más barata y mejor que la de Mercadona", ejemplifica. Este investigador cifra entre 50.000 y 60.000 las personas que en España ya se han organizado para tener canales de distribución directos con los agricultores.

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Sobre la firma

Javier Martín-Arroyo
Es redactor especializado en temas sociales (medio ambiente, educación y sanidad). Comenzó en EL PAÍS en 2006 como corresponsal en Marbella y Granada, y más tarde en Sevilla cubrió información de tribunales. Antes trabajó en Cadena Ser y en la promoción cinematográfica. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla y máster de EL PAÍS.

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