San Sebastián prende la fiesta
Las chicas del Añorga y el Artillero Mayor de la Gastronomika dan comienzo a la Semana Grande con el tradicional cañonazo - Miles de personas se agolparon en los jardines de Alderdi Eder
Hizo día de playa pero miles de donostiarras y visitantes optaron ayer por llenar a las 19.00 los jardines de Alderdi Eder y no perderse el inicio de la Semana Grande. Todo estaba dispuesto a su hora para que el Artillero Mayor de la Gastronomika, Luis Mocoroa, prendiese la mecha del cañón y para que las chicas del equipo cadete del Añorga entonaran aquello de artillero dale fuego. En el balcón del Ayuntamiento, el alcalde, Juan Karlos Izagirre, lució la camiseta de San Sebastián 2016 y se animó con unos pasos de baile. Acompañaron al edil otros miembros del equipo de gobierno, entre ellos la concejal de Cultura, Nerea Txapartaegi, y la de Infraestructuras y Servicios Urbanos, Nora Galparsoro.
Izagirre se animó con unos pases de baile desde el balcón del Ayuntamiento
El alcalde estuvo acompañado, entre otros, por la concejal de Cultura
Una asistente: "Mejor que lancen cerveza, estaría más animado"
"Es la primera vez que venimos a verlo", comentaban dos amigas
El cañón hizo pum y la fiesta comenzó. Pero minutos y horas antes San Sebastián ya olía a diversión. La ciudad amaneció con todo dispuesto para disfrutar de ocho días de fiesta y de los casi 300 actos programados. Los grupos The Joselontxos, Conchita's Band, Los Musaïcos, Los Bebés de la Bulla y Alloa Bowmar Pipe Band recorrieron desde las 18.30 el centro de la ciudad para desembocar y animar el que ayer fue el primer centro neurálgico de la fiesta. También los gigantes y cabezudos hicieron lo propio al obligar a correr bajo un sol sofocante y entre la mezcla de turistas, curiosos y participantes en la algarabía, a los niños, uno de los cuales confesó a su padre sentir cierto temor por "el que va como Arguiñano".
Pero minutos antes del cañonazo todo pareció congelarse, los ciudadanos giraron la cabeza hacia la torre sobre la que un disparo de pólvora marcó el comienzo de la fiesta. Se apuraron los primeros helados oficiales de la fiesta donostiarra y los pequeños, aupados a los hombros de sus padres y con la mano a modo de visera otearon desde una altura privilegiada el arranque. En los segundos previos, Juanjo, con su mujer y sobrino, daba todo tipo de detalles a una amiga procedente de Burgos, primeriza entre cañones. "Mira, ahora van a prender el cañón, lo que está encima de la torre". Con 81 años retaba desafiante a la periodista, "a mí me puedes preguntar cualquier cosa, me lo sé todo de la Semana Grande". "La verdad, esto de los cañones es relativamente nuevo. Me acuerdo cuando izaban la bandera en la plaza de la Constitución. Hubo un año en que llovió... puff, ni te lo puedes imaginar. Como sería que sólo estábamos otros 12, mi padre y yo", aclaró, con un alarde quizás más propio de Bilbao, aunque como insistió en repetidas ocasiones, "yo, de San Sebastián".
Y, aunque parezca paradójico, entre el público, había algún que otro donostiarra de pro, que confesaba, con algunos años a las espaldas, ser su primera vez en esto del cañonazo. "Pues no sé, otros años lo he visto por la tele o la verdad, me ha pillado de farra, estaba por ahí, a otras cosas", explicaba Antonio, sin querer desvelar su edad, pero con la suficiente para estar casado y con una niña de un año. "Que quieres que te diga, esto, pues ya ves, una emoción... para venir con los críos. Estamos más a la juerga, a ver si a la noche [en referencia a su hija] podemos dejarla con la ama", confesaba Juanjo, mientras su mujer, Liliana, portuguesa, asentía y ofrecía ideas para próximas ediciones. "Mejor que lancen cerveza. Sí, esto estaría más animado. Cambiar el cañonazo por el manguerazo de cerveza".
"Sinceramente", comentaban Carla y Leticia, dos amigas en la veintena, entre risas, "es la primera vez que venimos a verlo. Todo hay que decirlo. Tampoco somos muy fans... pero nos hemos dicho, alguna vez habrá que verlo y aquí estamos". Casi a los pies del cañón parecía que querían cumplir su voluntad como si fueran asiduas y fervientes groupies del cañonazo. Y, ¿para disfrutar de la Semana Grande? "Fuegos, algún concierto, y paseitos", aclaraban alargando las últimas silabas. "Aquí [en San Sebastián] los fuegos ganan, pero lo que es la fiesta...", puntualizaban ahondando en el tópico de que la Semana Grande donostiarra es "un poco sosa y aburrida".
Fue una familia de Rentería la que acabo saliendo en defensa de las fiestas de la capital de Gipuzkoa. La abuela Carmen, el abuelo José Marí, el hijo Chema, la nuera Asia, intentaban inculcar a Mikel, el nieto, de dos años, "la tradición de venir todos los años a la Semana Grande". "Nunca nos lo hemos perdido", señalaba Carmen, "si Rentería, casi, casi, es como un barrio de San Sebastián". "Cuando éste era pequeño", recordaba la abuela mientras con un gesto de la cabeza señalaba a su hijo, "siempre íbamos a la isla y luego cruzábamos corriendo aquí. Corriendo y ahora a ver si le gusta al nieto. Cuando suelten el cañonazo veremos".
La mecha prendió y tras el estruendo del cañonazo los miles de personas que se habían congregado en los jardines de Alderdi Eder continuaron lamiendo sus helados y con el rumbo fijo hacia otros puntos de la ciudad para continuar con la fiesta.
Las campeonas
- El equipo femenino cadete del Añorga ha sido el elegido este año para acompañar al Artillero Mayor durante el cañonazo.
- El Ayuntamiento decidió invitar al equipo tras lograr el tercer puesto en la Helsinki Cup el pasado mes de julio, una de las competiciones de fútbol femenino más importantes de Europa.
- El conjunto, capitaneado por Ainhoa Vicente, ha conseguido otros muchos méritos. Han sido campeonas de Euskadi y de Gipuzkoa y algunas de sus actuales jugadoras, que en 2012 jugarán en la categoría de juveniles, ya han entrenado con la Real Sociedad, como es el caso de Vicente. Es una de las principales canteras del equipo femenino de la Real Sociedad.
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