El tiempo hecho palabra
Poesía. Tras en el mar de ánforas (2005) y Eume (2008), César Antonio Molina (A Coruña, 1952) nos sorprende con Cielo azar, un nuevo punto de inflexión en su ambiciosa y renovada obra poética. Dos son sus ejes fundamentales: el tiempo y la naturaleza, y en el cruce de ambos se sustenta esa necesidad dibujada por la lógica del azar: "el hombre / teme al / tiempo // el tiempo / teme a la / esfinge". Acaso su imagen perfecta sea el poema La cometa en el cielo azar, fruto de la visión de una explanada repleta de gente tumbada unida al vuelo de sus cometas en el Templo del Cielo de Pekín. Una conciencia panteísta que sabe que en la naturaleza están las huellas de la creación: "¿dónde los dioses sino en las cosas?". Lo desconocido alcanza representación en una topografía vital, en una especie de recomposición escenográfica que muestra las huellas de la pervivencia del hombre: "la naturaleza no deja ruinas // las acuna para un / nuevo / nacimiento". La búsqueda del sentido del tiempo es la búsqueda del sentido de la vida, y el tiempo que vivimos abarca los paisajes, las ruinas del pasado y lo que imaginamos tendrá lugar, la muerte. Como San Agustín, Molina sabe que las cosas del tiempo están en el alma y el modo en que están es la imagen: "vivir el presente / vivir a propósito". Un libro límpido, sin artificios, ajustado al poder autónomo de la palabra, una gran sala hipóstila sostenida por las columnas verticales de los versos, pues el poema es el único lugar donde puede darse el tiempo humano, rescatando de la desaparición esas imágenes, momentos, instantes, visiones, pensamientos y cosas intangibles que constituyen nuestro ser: "el mundo no fue creado en el tiempo sino con el tiempo". Una fractura en las raíces del pensamiento, la búsqueda de la verdad en la depuración y el despojamiento de la lengua. Molina excava en la genealogía simbólica de las palabras creando una lógica lúdica y sonora, una oralidad sagrada y misteriosa. El azar siempre más allá de la lógica discursiva. Ese es su desafío, conservar el eco de la voz en forma de vestigio, medir el tiempo no en su transcurso, sino en la percepción por él originada: "en la soledad / del yo / el ello". El tiempo, tal vez no podamos sino "vivirlo" en la existencia siempre abierta de nuestro propio vivir: "lo abierto / hacia lo que todo se libera / es el ser mismo". Y sin otro concurso que el de una excelente memoria creadora.
Cielo azar
César Antonio Molina
Pre-Textos. Valencia, 2011
110 páginas. 15 euros
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